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Con culpa (pero no tanta)

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Hay películas que no soportan la más ligera revisión y mucho menos la más tibia crítica, pero no importa: no dejan de encantarnos y tampoco podemos resistirnos a la tentación de verlas.

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Sobre gustos no hay disputa, reza un dicho popular. Pero a todos nos gusta lo bueno. O, dicho de otra forma, incluso tratándose de apreciaciones harto subjetivas —como son las del gusto—, uno tiende a encontrarle virtudes a lo que les da origen, a justificar las elecciones. Aunque hay cosas que no soportan el autoengaño: por más que generan placer, nada se nos ocurre que pueda hacerlas encomiables al juicio de los demás, porque son indefendibles. Por eso el placer resulta culposo. En la música se puede traer a cuento a Supertramp y Abba. En el cine hay para todos los gustos.

Hay películas que no soportan la más ligera revisión y mucho menos la más tibia crítica, que son generosas en escenas inverosímiles o ridículas, que van de un exceso a otro sin reposo y mueven al llanto o al gozo de forma involuntaria. No falta, eso sí, el paréntesis ¿de lucidez? en el que uno tiene un irrefrenable ataque de pena ajena. Pero no importa. Porque no dejan de encantarnos y tampoco podemos resistirnos a la tentación de verlas cada vez que el destino —burlesco— nos las pone en el camino. Entonces no queda más que aceptar que a uno también le gusta lo mal hecho, reprocharse unos cinco segundos por la debilidad... y abandonarse al disfrute. Cómo no.

Las primeras películas que me vienen a la mente son cortesía del cine mexicano, que es más proclive a las “malhechuras” que a los pretextos para este tipo de placeres. Algunas sí son de plano inconfesables. Otras, con la pena, sí se pueden compartir:

 

Cuando los hijos se van

Juan Bustillo Oro, 1941

El título anticipa una perspectiva, la de la madre. Ésta, interpretada por Sara García, sufre como le cuadra a una cinematográfica madre mexicana: mucho. En particular por sus hijos. Y su Raymundo (Emilio Tuero) ha sido injustamente acusado de robo, por lo que debe irse de la casa paterna. Luego otro de sus hijos muestra su maldad y provoca que la novia de Ray y su padre lo rechacen. ¡Ay! Sé que es un placer malsano la frecuentación de melodramas como éste, pero al final uno se siente aliviado, pues descubre que, en comparación, las miserias cotidianas son tediosas nimiedades.

 

El Santo en el tesoro de Drácula

René Cardona, 1969

El Santo no sólo es un luchador invencible y un justiciero implacable. Aquí también es un científico que ha creado una máquina para viajar en el tiempo. Al pasado va una mujer que, como todas, “quiere con él”. Y cae en las garras del mismísimo Drácula. Entonces el enmascarado de plata tiene que resolver el entuerto. La primera vez que la vi —en la tele y en la niñez—, me asusté. Después me asusté menos y me reí un poco. Recientemente volví a verla: sin censuras, con los desnudos que habían sido eliminados para la distribución en México. Y entonces no pude reprimir las carcajadas.

 

Magical Mystery Tour

Paul McCartney, John Lennon, George Harrison, Ringo Starr, Bernard Knowles, 1967

No hubo guión. Y se nota. El pretexto de inicio es un viaje en autobús, y encadena un sketch tras otro. Algunos son mesurados y reservan cierta gracia; otros son excesivos y no son menos hilarantes. Hay pasajes soportables tan sólo porque queda claro que los Beatles se divirtieron haciéndolos. Los números musicales fueron considerados lo único valioso (¿a falta de videoclips, que aún no existían?). Su navideño estreno televisivo fue un fracaso. No obstante, cada que me la encuentro pienso que, con todas sus precariedades y miserias, es la mejor película navideña que he visto.

 

The Babe

Arthur Hiller, 1992

Es recordado como un gran bateador y un gran pitcher. En pantalla, además, aparece como un glotón capaz de prodigar chistes a pesar de las carencias de su infancia. Toda película beisbolera que se respete convoca a la desmesura, pero Arthur Hiller, el realizador de esta cinta, es mesurado. Acaso por eso es una de las películas sobre beisbol menos afortunadas. Pero ver a John Goodman en la camiseta de los Yankees, dando vida a The Babe, carcajeándose a cada rato y acumulando proezas con un habano en la boca, dentro y fuera del diamante, no es poca cosa. Es pura épica discreta.

 

Il Mostro

Roberto Benigni, 1994

El pretexto que desencadena este reservorio de despropósitos es un violador y asesino serial que ha matado a casi 20 mujeres y al que busca la policía. Un ladrón de poca monta, que posa la mirada ahí donde hay curvas que lo justifiquen, es considerado como el principal sospechoso. Y lo demás no es lo de menos: es una sucesión de escenas más o menos ridículas que remiten a las comedias sexuales italianas de los setenta y ochenta —como las protagonizadas por Edwige Fenech— y que empujan una carcajada tras otra. No hay nada sutil en esta entrega de Benigni. Afortunadamente.

 

Para ver

:: Placeres culposos de Martin Scorsese.

:: Top Ten según los críticos (2002).

:: Se vale votar para hacer el ranking.

:: En listas se rompen géneros:

Digital Polyphony.

Geek Tyrant.

Mania.

My Geek Blasphemy.

:: Placeres culpables, la película.


El Edén en la oficina

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¿Cómo saber si uno ama su empleo? Mi padre tenía una forma infalible de comprobarlo: “El gusto que le tengas a tu trabajo es inversamente proporcional al fastidio que sientas el domingo por la noche”, me decía.

Según nos cuenta la Biblia, desde que Dios expulsó a Adán y a Eva del Paraíso, la humanidad ha tenido que ganarse el pan de cada día con el sudor de su frente. La causa de la rescisión del mejor contrato laboral que jamás ha tenido el hombre es una que también aparece en nuestra Ley Federal del Trabajo: contravenir una orden directa de un superior. Hasta ese momento, nuestros desnudos ancestros habían vivido más despreocupados que un “adultescente” en casa de sus padres.

Trabajar puede ser una tortura, como lo fue para el primerizo Adán. ¿Cómo saber si uno ama su empleo? Mi padre tenía una forma infalible de comprobarlo: “El gusto que le tengas a tu trabajo es inversamente proporcional al fastidio que sientas el domingo por la noche”, me decía. También es una cuestión de vocación: ¿heredo la empresa de mi padre, emprendo mi propio negocio o apuesto por esa prometedora carrera en Procter & Gamble?

Hoy en día, Google arguye que un empleado no se levanta cada mañana ansioso por generar más retorno para los accionistas, y que en realidad la gente ama su trabajo en la medida en la que siente que su labor es trascendente; por tanto, la plata debe ser un objetivo secundario: todas las empresas hacen dinero, la cuestión es cómo. “¿Quieres vender agua azucarada por el resto de tu vida, o quieres venir conmigo y cambiar al mundo?”, le dijo Steve Jobs a John Sculley, quien abandonó PepsiCo para trabajar en Apple con un sueldo inferior.

 

Google

Salvador Alva, exvicepresidente de PepsiCo para Latinoamérica, nos dice que las empresas deben ser admiradas, tanto por sus clientes como por sus empleados. Esto genera gran lealtad hacia la marca y también la hace atractiva como lugar para trabajar. Mucha gente sueña con trabajar en Google por una sencilla razón: su misión es organizar toda la información disponible en el mundo. Este reto resulta sumamente tentador para las mentes más brillantes del planeta, quienes día a día viven entusiasmadas por crear nuevas formas de conectar al mundo.

 

Zappos

Este negocio de venta al detalle de ropa y calzado a través de internet fue fundado en 1999. Para 2009, llegó al millardo en ventas anuales, y ese mismo año Amazon lo compró por 940 millones de dólares. El éxito de Zappos, que aún opera como una entidad aparte, tiene que ver con sus empleados, quienes viven comprometidos con una cultura laboral de excelente servicio al cliente... y de diversión. “Negocios al frente del mostrador y diversión en la parte de atrás”, es uno de los lemas con los que Zappos se anuncia para reclutar nuevos colaboradores.

 

Ooyala

Tanto en Estados Unidos como en Guadalajara, esta empresa dedicada a la monetización en medios digitales sabe que su tesoro más valioso es el intelecto de sus colaboradores. ¿Cómo se hace rendir todo ese potencial? Manteniéndolos sumamente cómodos y motivados (algo rico de comer a toda hora, sesiones de yoga y administración por objetivos son algunas de sus medidas), tanto, que la idea es que nadie quiera renunciar. Después de todo, es mucho más caro encontrar ingenieros talentosos allá afuera, que conservar y desarrollar a los que ya tienes.

 

Trader Joe’s

Ahora que, a raíz del proceso electoral pasado, las tiendas Soriana se pusieron de moda, sería bueno hablar de Trader Joe’s, la cadena detallista que ocupa el noveno lugar en la lista de Forbes de las mejores empresas para trabajar. Aunque cuenta con más de 360 tiendas, al entrar a este negocio familiar uno siente que está en el mercado local o en la tienda de la esquina, y que está siendo atendido por un amigo de toda la vida. Todos éstos son síntomas de una cultura laboral en la que los fundadores ven a cada empleado como un miembro más de la familia. ¡Bueno!, si hasta club de fans tienen.

 

HP

La cultura laboral de esta compañía busca, entre otras cosas, que su gente tenga un equilibrio entre su vida personal y profesional. Una de sus contribuciones fundamentales para conseguirlo es el apoyo que da a las madres trabajadoras para que éstas no se vean forzadas a interrumpir su carrera y, en cambio, puedan trabajar placenteramente sin preocuparse por sus niños. Como bien lo hace notar Nuria Chinchilla, directora del Centro Internacional de Trabajo y Familia del iese Business School, una sociedad que no tiene tiempo para educar a sus hijos está condenada al fracaso.

 

En la web

:: Booz & Company analiza el éxito de Zappos.

:: Club de fans de Trader Joe’s.

:: La filosofía de HP, o el “HP Way”.

:: El ranking de las mejores empresas para trabajar, según Great Place to Work México.

Las neuronas del disfrute

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La manera en que ha evolucionado nuestro cerebro lo ha dotado de una característica fundamental: cierta sección donde ocurren múltiples interconexiones neuronales que nos provocan una sensación de placer a partir de una amplísima diversidad de experiencias; desde participar con interés en una conversación hasta pulir con las suelas del zapato la pista de baile.

Suena a lugar común, pero no está de más recordarlo: el cerebro es un misterio. A pesar de todo, sigue siendo un misterio. Entre otras razones, porque se trata del único órgano que se estudia a sí mismo, como lo ilustra el empeño del doctor francés Paul Broca —uno de los pioneros de las neurociencias en el siglo XIX—, cuyo placer por el estudio sistemático de la anatomía cerebral lo condujo a formar una singular colección de cerebros humanos, en la que también está incluido (aún) el cerebro del propio Broca, conservado en su respectivo frasco.

La manera en que ha evolucionado nuestro cerebro lo ha dotado de una característica fundamental: cierta sección donde ocurren múltiples interconexiones neuronales que nos provocan una sensación de placer a partir de una amplísima diversidad de experiencias; desde participar con interés en una conversación hasta pulir con las suelas del zapato la pista de baile, pasando por paladear el sabor de un pescado bien marinado o la textura de un memorable jugo de mandarina. Se trata de una comunicación de ida y vuelta entre las regiones del cerebro encargadas del pensamiento racional con aquellas vinculadas a las conductas emocionales. Esas veleidosas sensaciones de placer son —con mucha probabilidad— el determinante más poderoso de nuestro hacer cotidiano: comportarse de forma solidaria o egoísta, faltar al trabajo o cumplir rigurosamente los reglamentos; copular, alimentarse, dormir... cada acción echa a andar procesos mentales que producen ciertas dosis de placer —diferentes en intensidad y calidad— que se convierten en el impulso básico para aprender y repetir determinados comportamientos para la supervivencia. Por eso, el biólogo argentino Diego Golombek se pregunta: “¿Somos una más de las funciones del cerebro?”.

 

El goce estético

El cúmulo de experiencias que tenemos a lo largo de la vida le va dando forma a nuestras sensaciones placenteras. Es decir, el placer también se aprende. Las vivencias relacionadas con el arte son vitales para alimentar el placer: escuchar música, ver pinturas, fotografías o esculturas, acudir al teatro o a la ópera, son acciones de gran calidad emocional que pueden llegar a trascender la experiencia cotidiana —en un arrebato que demanda toda nuestra energía física y mental— y transformarse en manifestaciones puntuales del placer: se acelera el ritmo cardiaco, se tensan los músculos, los vellos de los brazos se levantan, somos felices.

 

Mañana será otro día

¿Dormimos porque estamos cansados o porque nos gusta descansar? Según como se vea, la respuesta podría ser la misma: reponerse de la fatiga cotidiana resulta esencial para la supervivencia, así que el cerebro nos tienta con la insalvable y placentera sensación que nos produce el dormir. Dormimos porque nos representa un placer, que no es sino un recordatorio de nuestro cerebro para destacar la necesidad de dormir. Además, hay pruebas de que el sueño estimula químicamente algunos procesos cerebrales útiles para sobrellevar las experiencias dolorosas previas, o bien, para reforzar la capacidad de memoria y regular el humor.

 

Panza llena, corazón contento

El placer es aprendizaje. Así como se puede moldear el goce estético, también es posible formar los mecanismos de recompensa del cerebro que premia las conductas que favorecen la sobrevivencia. En la dilatada historia de la evolución humana han quedado vestigios que regulan las sensaciones placenteras que nos producen los alimentos: entre los primeros homínidos no era sencillo conseguir sabores dulces, por lo que aún ahora estos sabores nos parecen tremendamente placenteros, lo mismo que las grasas, cuya gran concentración de calorías era una valiosa dotación de energía para las actividades diarias.

 

Camino corto al placer

El proceso evolutivo del cerebro nos ha permitido ser menos primarios: hemos inventado mitos, alfabetos, sistemas numéricos. Pero en los senderos cerebrales del placer también hay atajos: las drogas, mientras permanecen sus efectos en el organismo, intensifican notable y velozmente las sensaciones placenteras. Aunque hay un riesgo: la adicción a ellas, que activa con fuerza la demanda de recompensa en el cerebro, que reacciona adaptando su tolerancia. Si la dosis se incrementa, la dependencia al estímulo intensificado se dispara, y la rica variedad de fuentes de placer que en un principio tenía el organismo queda reducida únicamente a las drogas.

 

El roce de la piel

A pesar del olvido al que la relegamos constantemente, la piel es el órgano más extendido de nuestro cuerpo, un primer filtro para relacionarnos con la realidad. Quizá no tengamos al tacto en el mismo rango de valores que a la vista o al oído, incluso al olfato; sin embargo, es el primero de nuestros sentidos de percepción en desarrollarse y no deja de funcionar, regularmente, hasta nuestra muerte. Además, la piel es una fuente inagotable de placer: las estimulaciones táctiles son elementales para el crecimiento y el sano funcionamiento cerebral. m

Para leer

:: Cavernas y palacios, de Diego Golombek (Siglo XXI, 2011).

:: Razón y placer, de Jean-Pierre Changeux (Tusquets, 1997).

:: El error de Descartes, de Antonio Damasio (Crítica, 2010).

 

En la web

::The Frontal Cortex, blog de Jonah Lehrner.

::Libros de la colección La Ciencia para Todos en versión electrónica:

De neuronas, emociones y motivaciones, de Herminia Pasantes.

Las sustancias de los sueños, de Simón Brailowsky.

Lo que podemos aprender de los dinosaurios

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Las probabilidades eran muy bajas, pero sucedió. No hay ninguna razón para pensar que no puede volver a ocurrir dentro de unos días, en 100 años o en cinco mil. Estoy hablando del evento del pasado 15 de febrero, en que coincidieron el choque de un meteorito con la Tierra —que causó más de mil heridos en Rusia— y el paso muy cerca de nuestro planeta de un asteroide, conocido como 2012 DA14.

Días después y ante el recuerdo de los dinosaurios, las preguntas chocan en la mente:¿Qué fue realmente lo que sucedió?¿Hay algún tipo de relación entre el asteroide y el meteorito? ¿Cuándo será la próxima vez? ¿Qué estamos haciendo para prevenir un evento que pudiera llegar a ser catastrófico para todos los humanos y las especies mayores sobre la Tierra?    

Lo primero que hay que decir es que el meteorito y el asteroide no tienen relación en términos astrofísicos. No se trata de una “temporada” de mayor atracción de cuerpos celestes a la Tierra. Tampoco es que el meteorito se haya desprendido del asteroide. La NASA informó que sus órbitas tenían trayectorias distintas; el meteorito de norte a sur y el asteroide en dirección opuesta. Sin embargo, desde nuestro punto de vista terrícola, los dos objetos están relacionados porque representan eventuales amenazas a nuestra integridad física planetaria.

La atracción que la Tierra ejerce sobre los millones de objetos de distintos tamaños que circulan por el sistema solar provoca que todo el tiempo estén cayendo meteoritos, aunque en su inmensa mayoría son tan pequeños que no provocan daños. En la actualidad se tienen detectados más de 150 lugares en la Tierra con cráteres ocasionados por el impacto de objetos espaciales. Hace poco más de 100 años, en 1908, otro meteorito de regular tamaño se impactó en la Tierra y causó la destrucción de mil 200 kilómetros cuadrados de bosque siberiano. El mayor y más importante es el de Chicxulub, en Yucatán, con más de 200 kilómetros de diámetro. En 1980 los científicos Álvarez —Luis (físico) y Walter (geólogo) — encontraron iridio, un elemento muy raro en la Tierra pero común en cometas y asteroides. A partir de ese hallazgo formularon la teoría de que un cometa se había impactado en Chicxulub hace 64 millones de años causando la muerte y desaparición de los dinosaurios y otras especies mayores. Esta teoría es la más aceptada actualmente sobre la desaparición de los grandes saurios.           

No sólo la Tierra ha sido blanco de los objetos celestes a la deriva. Todos los planetas del sistema solar tienen en común que han recibido, en distinto grado, impactos de cuerpos celestes. Algunos de los imaginarios lectores recordarán que, en 1994, el cometa Shoemaker Levy 9 chocó con Júpiter ocasionando unos enormes boquetes que podían verse desde la Tierra con telescopio.  Si el Shoemaker  se hubiera impactado con nuestro planeta en lugar de en Júpiter, las consecuencias habrían sido catastróficas. Sólo para tener una idea de la magnitud de estos impactos, la fuerza de la explosión del meteorito en Rusia equivale a 30 veces la energía liberada por la bomba atómica de Hiroshima.

¿Qué hacer para prevenir, y en dado caso, impedir un choque de esta naturaleza? Para empezar se tendría que hacer un censo de todo lo que existe en el universo suficientemente grande como representar peligro para la Tierra.  No se sabe con exactitud, pero cifras conservadores hablan de más de tres mil asteroides de una milla o más de diámetro que están en órbita cerca del sistema solar. Aunque estas amenazas potenciales son conocidas desde hace varias décadas, no ha habido esfuerzos —con recursos suficientes y permanentes— para estudiar y eventualmente prevenir choques de asteroides o meteoritos sobre la Tierra.

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Hace veinte años, Eugene Shoemaker (el descubridor del cometa que se impactó con Júpiter) y otros científicos de la NASA propusieron al congreso estadunidense un programa llamado Spaceguard Survey para hacer un inventario completo de los cuerpos celestes que eventualmente pueden cruzarse en nuestro camino.  La recomendación es clara: la probabilidad de un impacto mayor es baja, pero en caso de suceder, sus consecuencias serían terribles. El Spaceguard Survey es fundamental para reducir hasta en 75 por ciento el riesgo de impactos mayores en los próximos 25 años. Los imaginarios lectores interesados pueden descargar el documento completo aquí. Los congresistas archivaron la propuesta y el Spaceguard Survey se dejó para otra ocasión. Sin duda, otra hubiera sido la respuesta de los congresistas si algún meteorito como el que cayó en Rusia se hubiera impactado en Nueva York u otra ciudad estadunidense.  

Además del censo de potenciales peligros se tiene que hacer un trabajo de vigilancia permanente del espacio exterior. Apenas hace unos días, los canadienses lanzaron el Near-Earth Object Surveillance Satellite (NEOSSat), el primer telescopio satélite dedicado al monitoreo de posibles riesgos. Es un avance significativo, sin duda, pero insuficiente. El NEOSSat sólo va a detectar objetos grandes. Los medianos (como el meteorito o el asteroide del 15 de febrero) no van a ser detectados.

Hace 64 millones de años, las consecuencias del impacto de un objeto espacial sobre la Tierra acabaron con los dinosaurios. Parece que no hemos aprendido la lección de nuestros ancestros y seguimos confiados en que las probabilidades son bajas. Las consecuencias de un choque nos afectaría a todos los seres humanos y todas las formas de vida en este plantea. No es una decisión que se pueda dejar sólo en los altos mandos de los países desarrollados. Todos tenemos que involucrarnos.

Breve imaginario del placer

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La literatura, consecuentemente y en más de un sentido, incluso cuando su tema cardinal sea el sufrimiento, aspira a ser una recreación placentera de la realidad. Lo digo porque el lenguaje es un medio para obtener deleite, significa al mundo y dilata la percepción, nos permite disfrutar la experiencia en otra amplitud.

Basta darle algunas vueltas al concepto de placer para percatarse de que el acto en sí es gozoso. Tanto, y tan distinto, como dos simios espulgándose, o como encontrar las palabras que despejen la neblina de una idea. Existen placeres íntimos e industrias del placer. Los hay lúdicos, meditabundos y aquellos canjeables por cupones. Es construcción cultural, disposición personalísima e instinto animal. (Suspicaz, he contemplado los objetos que me acorralan e intuyo que la mayoría ha sido creada para complacer. Los audífonos, la ventana, el sillón. Es más, resulta evidente que, salvo el celular, ninguno había sido inventado para causar tormento.) La placidez de la vaga idea y de los grandes compositores del silbido casual.

La literatura, consecuentemente y en más de un sentido, incluso cuando su tema cardinal sea el sufrimiento, aspira a ser una recreación placentera de la realidad. Lo digo porque el lenguaje es un medio para obtener deleite, significa al mundo y dilata la percepción, nos permite disfrutar la experiencia en otra amplitud. Si se quisiera hacer una historia sobre el tema, no habría mejores documentos a los cuales referirse que las novelas.

Entiéndase, entonces, el placer no conforme los preceptos morales de Epicuro,sino en la acepción felliniana de El Satiricón. Abordaré cinco placeres que ocupan el imaginario colectivo y se han cultivado durante miles de años, aquí representados en cinco piezas narrativas de los últimos sesenta. Sea, pues, un breviario de ficciones y el placer conjugado como infinitivo de la resistencia al dolor.

 

Fiesta

Libro intraducible de ambición totalizadora, nos lleva rumbeando en un recorrido alucinante hacia los adentros de la noche habanera un año antes de la Revolución. Habiendo advertido que su ciudad y sus costumbres báquicas se irían diluyendo en la modernidad y el régimen, al son de una composición verbal sin precedentes en la novelística hispánica, a través de una lente paródica y cinematográfica, Cabrera Infante hizo de la escritura carnaval. De haberse enterado de aquella Habana esplendorosa de 1958, los hedonistas griegos se hubieran ido remando a Cuba.

:: Tres tristes tigres, de Guillermo Cabrera Infante (Cátedra, 2010).

 

Amor

El placer que potencia los demás placeres. En esta colección de cuentos, sin descuidar sus máximas para narrar (levedad, rapidez, exactitud, visibilidad, multiplicidad), Italo Calvino nos hace entrar en la piel, por ejemplo, de la mujer casada que flirtea con el adulterio, o del soldado tímido que arde con el mero roce de la viuda que se sienta a su lado en el tren. Bastará un par de relatos para que la dopamina, la feniletilamina y la oxitocina del lector comiencen a hacer ebullición.

:: Los amores difíciles, de Italo Calvino (Siruela, 2009).

 

Alcohol

Los tapatíos podrán reconocer su tierra en el ambiente de las cantinas, el jolgorio de las putas, el simulacro cordial de las exposiciones de arte. “Vino, enséñame el arte de ver mi propia historia / como si ésta fuera ya ceniza en la memoria”, concluye Borges en su Soneto del vino. Temprano, en esta novela autobiográfica y experimental, después de atravesar la infancia y conocer a la madre buscona y voluptuosa —alcohólica al igual que el padre—, uno advierte con cierto temor que el protagonista, como le ocurre a la mayoría de la gente, terminará por parecerse a ellos.

::La otra orilla, de Eugenio Partida (Joaquín Mortiz, 2005).

 

Sexo

Personajes: estrellas de la pantalla grande, productores, gánsteres, magnates del petróleo y una insospechada variedad de yates. Narrador: un piloto de avión huérfano, héroe que regresó de la guerra. Locación: Hollywood. Para Foucault, la sexualidad es un fenómeno discursivo. Mailer se propuso hacer una novela sobre el sexo, y más que una indagación psicológica o una atmósfera erótica, lo que consigue mediante su juicioso tratamiento y su sentido del humor es realizar un entretenido estudio sobre sexualidad en el sórdido ambiente de la meca del cine y la posguerra.

:: El parque de los ciervos, de Norman Mailer (Anagrama, 1993).

 

Poesía

“Todo lo que no es mío, por bajo que sea, ha tenido siempre poesía para mí”, apuntó Bernardo Soares en su Libro del Desasosiego. Tabucchi deconstruyó la metafísica del portugués para reconstruir una Lisboa de consistencia onírica. Transustanciación, degustación gastronómica, trance lírico, experiencia intertextual que comienza con el narrador esperando al fantasma de Pessoa en un muelle. Al percatarse de que llegó temprano a la cita, emprende una larga caminata en la que la poética del lusitano cobra la forma de personajes como El Pintor Copista, La Mujer del Farero o El Tocador de Acordeón.

:: Réquiem, de Antonio Tabucchi (Anagrama, 2010).

Ética del placer

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La ética filosófica, sin las prácticas del placer, resulta una desesperación y un despropósito. El sujeto queda expuesto a la exigencia de la bondad deontológica por sí misma. Sin embargo, no podría invocarse esfuerzo ético alguno si a cambio no hubiera un gozo.

La filosofía ha guardado un largo silencio1 en torno de las prácticas del placer. Luego de la aparición del cristianismo, el ejercicio griego del placer filosófico quedó desplazado como asunto periférico. No obstante, la experiencia rica de la Antigüedad sigue interpelando a nuestro presente pobre en el cultivo de los placeres.

En cambio, en lugar del placer, nuestra cultura enfrenta la obligación moral de la felicidad. Esta obligación opera en el contexto de un régimen económico neoliberal y recae sobre individuos que, desprovistos de la pericia para oficiar por ellos mismos los placeres de la existencia, consumen los indicadores de la felicidad, pero no saben producirla.

Ahora bien, la ética filosófica, sin las prácticas del placer, resulta una desesperación y un despropósito. El sujeto queda expuesto a la exigencia de la bondad deontológica por sí misma. Sin embargo, no podría invocarse esfuerzo ético alguno si a cambio no hubiera un gozo.

Dos aspectos caracterizan el placer. Por un lado, actualiza al sujeto, lo repone y lo reconcilia con su existencia. El cultivo de los placeres exige un tiempo propio. Esa autonomía da paso a un segundo rasgo, que convierte el placer en un acto político: quien se adueña de sus placeres y es capaz de construir un ritmo propio para elaborarlos, vuelve intolerables las ideas mezquinas de realidad que quieran dársele a creer. El sujeto ético y oficioso de los placeres está capacitado para reaccionar a favor de una generosidad mucho más amplia que él mismo ha explorado y propiciado, de la cual se ha procurado una alegría reproductible.

Así, la práctica de una ética de los placeres viene a significar una resistencia a un presente que se nos ofrece como precario. Es una resistencia a asumir sin más, como programa propio, prisas que son ajenas. La ética del placer es una reacción contra un lugar común que actúa a manera de ideología en los sujetos. Cuando la gente dice “Hay que vivir el presente”, se adhiere ingenuamente a un orden de realidad que el sujeto no ha decidido. Entonces, la práctica ética del placer significa la posibilidad de hacernos cargo de decidir un poco sobre nosotros.

Sin esta práctica subjetiva del placer no hay sujetos capaces de asumir responsablemente el espacio público, y mucho menos son capaces de combatir la incertidumbre y la adversidad. Restauremos la inquietud en el corazón mismo de la filosofía y preguntémonos: si la filosofía no da elementos para el placer, ¿entonces qué da? m

 

1. Pocas excepciones pueden citarse. Hume, por ejemplo, fundamenta su moral provisional en los criterios del placer y el displacer. Pero es un momento muy breve, una interrupción, si se quiere.

Seis pequeños grandes placeres

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Aquí compartimos seis historias pequeñas, sí, pero placenteras.

Cuando nada da gozo

El nombre técnico para la incapacidad de experimentar placer es anhedonia, y la psiquiatría la considera un factor característico de los cuadros de depresión, o bien como una psicopatología en sí misma. Para medirla se han diseñado varias escalas, y entre las más usadas se encuentra la Escala del Placer de Snaith-Hamilton, especialmente en pacientes con alteraciones en los niveles de dopamina (el neurotransmisor al que se atribuye la percepción del placer), y las conocidas como Escalas de Chapman (por el apellido de los investigadores que las formularon en 1976), que valoran la anhedonia física y la social —esta última mediante un cuestionario autoaplicable. 

 

Cochinamente a gusto

Emblema de la glotonería, la pereza, el desenfado y la lubricidad (se sabe que sus orgasmos alcanzan duraciones épicas, de 30 minutos o más), el cerdo es tenido como una criatura sensual en varias tradiciones, como la china, que en su horóscopo lo distingue como todo un sibarita. Pero seguramente en ningún lugar los cerdos viven tan bien como en la isla Big Major Cay, de las Bahamas, donde han permanecido en un estado semi-silvestre durante generaciones, disfrutando del sol, la brisa marina y las límpidas aguas del Caribe, en las que nadan diestramente para el regocijo de los turistas —que los alimentan todo el tiempo, por lo que la comida jamás es problema.

 

El placer (extremo) de la imaginación

El neurólogo Oliver Sacks ha escrito acerca de los “fantasmas”, término que se atribuye a la persistencia de las sensaciones que algunos pacientes, luego de sufrir una amputación, experimentan en el lugar de la extremidad perdida. En su ensayo “Placer fantasma”, el escritor mexicano Luigi Amara indaga en las posibilidades placenteras de ese fenómeno, al referir el caso de Kang Zheng, eunuco de la corte imperial china en la segunda mitad del siglo XVIII: un hombre que, tras su mutilación, descubrió no sólo que misteriosamente había quedado intacta su sensibilidad, sino que podía estimularla valiéndose de “contactos fantasmales” diversos (“las flores de loto, el musgo recién bañado por el rocío, un estanque de peces dorados”, e incluso la proximidad de concubinas vírgenes) y, sobre todo, resguardado por su condición, que lo hacía pasar por un ser inofensivo en el palacio.

 

Belleza que abruma

Descrito en 1989 por la psicóloga florentina Graziella Magherini luego de haber atendido a decenas de turistas abrumados por la contemplación de su ciudad, el síndrome de Stendhal toma su nombre de la experiencia que este escritor consignó en su diario el 22 de enero de 1817, cuando fue conducido a la iglesia de la Santa Croce: “Había alcanzado este punto de emoción en que se encuentran las sensaciones celestes inspiradas por las bellas artes y los sentimientos apasionados [...] la vida se había agotado en mí, andaba con miedo a caerme”. Una consecuencia extrema del contacto con la belleza más sublime.


¿Tristeando? ¡Al museo!

La contemplación de una obra de arte puede producir, de forma casi inmediata, un aumento significativo de la irrigación sanguínea en las zonas del cerebro identificadas con el placer. Así lo ha demostrado el neurobiólogo inglés Semir Zeki, pionero de la neuroestética, quien llegó a trabajar con el pintor Balthus y ha determinado, entre otros descubrimientos, que entre las pinturas que más placer causan a quienes las ven se encuentran las de Constable y de Ingres. Zeki fundó el Instituto de Neuroestética, con sedes en el University College de Londres y en Berkeley, California.

 

Por qué nos gusta lo que nos gusta

¿Qué tienen en común los alimentos grasos, el orgasmo, la marihuana, la generosidad, el vodka, el aprendizaje y los juegos de azar? Que generan placer; también, que figuran en el subtítulo del libro La brújula del placer, del neurólogo y divulgador David J. Linden, de la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, donde ha trabajado sobre el sustrato celular del almacenamiento de recuerdos en el cerebro desde hace años. En su libro, Linden insiste en que el placer se genera en el cerebro debido a razones anatómicas y bioquímicas, más que culturales, y además aventura cómo en el futuro la especie humana se procurará gustos y sensaciones impensables hoy en día.

La brújula del placer, de David J. Linden. Paidós, 2011.

El placer

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¿Está bien o está mal que lo que nos gusta nos guste tanto?

La primera acepción que el Diccionario de la RAE da del sustantivo placer es: “Goce, disfrute espiritual”. Pero al interrogar a Google sobre ese término se desata un diluvio de enlaces relativos a temas muy poco espirituales: las infinitas formas en que la humanidad se dedica a dar gusto a los sentidos. ¿Lo contrario del placer es el dolor? Tal vez lo sea su ausencia, y de ahí que la búsqueda del disfrute pueda ser incesante y, paradójicamente, llegar a extremos tortuosos. O quizás deba ser incesante porque es lo más parecido que tenemos a la felicidad.

¿Trabajos placenteros? ¿Aficiones inconfesables? ¿Por dónde se va al Jardín de las Delicias? ¿Y está bien o está mal que lo que nos gusta nos guste tanto? El diccionario también explica que placer también es un verbo, y, al ingresar a estas preguntas en las páginas que siguen, hemos querido usarlo. Encantados de la vida. m

Ética del placer.

El Edén en la oficina.

¿Dónde quedó el gusto?

Las neuronas del disfrute.

Con culpa (pero no tanta).

Cristianismo y placer. Esquema sucinto.

Breve imaginario del placer.

Seis pequeños grandes placeres.

 


Toni Puig, la mano detrás del Modelo Barcelona

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Toni Puig recorre las ciudades del mundo para caminarlas, olerlas, mejorarlas, darles una identidad./foto:Luis Ponciano

Entrevista a Toni Puig, un gestor histriónico, hiperactivo, todo un sexagenario ataviado con zapatillas, sacos chillantes y pantalones estilo Ferrán Adrià, el chef superstar. Catalán de pura cepa que abandera el trabajo colectivo y el esfuerzo como garantías de resultados.

 

 

Por Patricia Martínez y Enrique González

 

Si observa con calma las fotos de Toni Puig (Barcelona, 1945) que acompañan este texto, verá que no es precisamente lo que se llamaría un tipo guapo, pero sin duda es todo un seductor dedicado a la gestión de las ciudades. Este enérgico y divertido “bocón” catalán ha caminado por medio mundo occidental —literalmente— para alimentar el amor de su vida: las ciudades modernas, esas que nacieron de la mano de la Revolución Industrial y en las que hoy vive más de 50 por ciento de la humanidad.

La muerte de Francisco Franco y la transición española le vinieron de maravilla a Toni Puig y a Ajoblanco, una revista contracultural que él coeditaba en los años setenta. Los políticos sufrían sus análisis y críticas hasta que un socialista, Pasqual Maragall, nuevo alcalde de Barcelona, lo invitó a que más bien trabajara en su gobierno para mejorar las cosas.

Desde el Ayuntamiento de Barcelona, Puig acuñó el concepto “marca ciudad” (aquello que la distingue de las demás, el ADN de una urbe), y desde el equipo de Maragall convenció a colegas, empresarios, oposición y sociedad civil de que la ciudad tenía un enorme potencial, era bella, única e incluso capaz de organizar unos Juegos Olímpicos.

Puig trabajó durante más de 20 años afinando el exitoso y multicitado “Modelo Barcelona” y ayudó a acuñar frases como “Barcelona Posa’t Guapa (Barcelona, ponte guapa)”, “Barcelona Batega (Barcelona late)” o “BCNeta (BCN limpia)”, además de impulsar la remodelación urbanística, ligada a los cracks de la arquitectura mundial (Norman Foster, Jean Nouvel, Frank Gehry, Richard Meier, etcétera), al turismo, al star system local (Gaudí, Carreras, Dalí, el fútbol, Ferrán Adrià) y al desenfadado, colorido, creativo y cosmopolita estilo de vida mediterráneo.

Autor de libros como La comunicación municipal cómplice con los ciudadanos o Modelo ciudad, Puig estuvo en el ITESO en mayo de 2012 como ponente en la III Cumbre Internacional de Comunicación Política.

¿Por qué Barcelona se presenta como un éxito urbanístico?

Porque no teníamos represión del Estado, y eso es muy importante, porque éramos más creativos. Las ciudades gubernamentales [las capitales de cada país] son especiales, tienen formas sociales, son más conservadoras, y las ciudades segundas y terceras somos más libres, más creativas, más informales. Esto lleva a un reto que es genial, porque tenemos que construir todo, todo es de nosotros [gobierno, ciudadanos, universidades, ong, empresas], no se nos regala nada y esto implica un esfuerzo  que es maravilloso, para la ciudad es maravilloso. Hablo de una cultura del esfuerzo.

Usted dice que para lograr cambios en una ciudad se requiere voluntad política y ciudadana. En México los organismos civiles perdieron la confianza en los gobiernos. ¿Qué reflexión hace?

No puedo contestar. No porque no quiera, sino porque no conozco, pero mi impresión de Latinoamérica, no sólo de México, es que abunda el partidismo. Cuando los alcaldes llegan a los gobiernos, parece un asalto de los partidos [políticos] a las ciudades, para estar del color de la ciudad [verde, rojo, azul,] y esto no es democracia. No es así en todos los sitios, pero es la tendencia que he observado en Latinoamérica.

Uno de los retos que tenemos en el mundo es que los partidos deben ser espacios de formación para los muchachos y las muchachas que quieren liderar las ciudades o los espacios de gobierno. En el caso de las ONG, lo que han hecho algunos gobiernos es comprarlas con donaciones de dinero, y entonces callan, pero cuando esto se prolonga y la ciudad no funciona, se desencantan.

¿El problema de la gestión de la ciudad es un asunto de dinero?

No, no, no, no es sólo dinero. Es un problema de la democracia occidental, y los indignados responden a esto. El voto socialista en Francia responde a que la gente estaba cansada de Nicolas Sarkozy [presidente de Francia hasta mayo de 2012] plegado a Angela Merkel en la austeridad. Estaban hartos de sufrir austeridad. Querían otra cosa y lo han dicho.

¿Eso fue lo que le pasó a Barcelona [ciudad sumida en una severa crisis económica, laboral y cultural]?

No tiene nada que ver.

Para explicar algo semejante, ¿hay algo además de la crisis?

Barcelona no tiene nada que ver... Es más sinónimo de éxito que de otra cosa. Barcelona funciona en servicios, en desigualdades estamos más o menos igual porque hemos querido. ¿Qué ha pasado en la ciudad del 2000 al 2008 o 2012? Hay un 50 por ciento de migración... todo lo tenemos en el mismo centro de la ciudad, lo hemos tratado bien, hemos convivido, pero estamos inundados de turismo, hartos del turismo.

¿Y es el turismo que quieren?

Ésa es una pregunta malintencionada.

Es que no lo sé, ¿es el turismo que quiere en su ciudad?

Quiero el turismo que sea, pero la ciudad no está preparada para un turismo rico, porque no tenemos grandes avenidas, no tenemos grandes bulevares, todo lo encontramos en el centro de Barcelona y no da más de sí. El problema de Barcelona es que construimos una casa para 150 habitantes y ahora tenemos 15 mil. Aunque intentes hacerlo bien, esa estructura física no da. Se han hecho bien muchas cosas, pero empezamos a tener problemas en los pisos, en el suelo. Eso hace que Barcelona continúe teniendo una buena estructura de servicios, pero si la gente no ve una buena ciudad, no viene, porque la ciudad no tiene nada para cautivar.

¿Ni el Barça?

Sí, el Barça es como nuestra marca, pero Barcelona no tiene problemas de éstos. En el Ayuntamiento no estamos quebrados, tenemos dinero, pero no sabemos adónde va la ciudad.

¿Y lo sabían?

Lo sabíamos. Lo voy a tratar de esta manera: eres malo para estas cosas (se dirige a Enrique). Yo no hablo por ahí.

Es que así somos los periodistas…

Barcelona funciona muy bien —y quiero ser claro— hasta 2004, pero después viene la gran cagada, la decadencia de Barcelona [con la organización del Fórum de las Culturas.] En 1992 presentamos a Barcelona ante el mundo, en el 2000 empieza el triunfo: turismo, migración, y nos empieza a ir súper bien, pero después teníamos que posicionarnos como una ciudad linda, bonita, más cara, de marca, que había tenido unos Juegos Olímpicos. Era 2004 teníamos que ser la ciudad de los valores estéticos para el mundo. En Barcelona tenía que estar la ONU de los valores éticos [...] lo intentamos, no funcionó, y a partir de aquí empieza la decadencia de Barcelona, y la decadencia primera fue con los propios ciudadanos que, desengañados, no saben adónde vamos. Barcelona está entre paréntesis y todavía estamos esperando; la ciudad puede esperar cuatro años, no más.

Tenemos todas las reservas creativas, intelectuales, pero cuando uno está bien, puede ser una muerte muy lenta [...] porque España está en crisis.

 

Como lo que pasó en Medellín.

Es que a la ciudad le ponen acento los ciudadanos. Las ciudades se construyen a partir de procesos ciudadanos, de un proyecto de polis, de política, por lo tanto han de dar un salto para situar a las ciudades en el nivel que se espera en un mundo globalizado, que sean verdes, que se enfoquen por el talento, que traigan a jóvenes raros.

¿Qué aciertos tuvo el exalcalde de Medellín, Sergio Fajardo, en la gestión de la violencia de la ciudad?

Cuando llegó a Medellín, tenía a la ciudad más violenta del mundo [...] matar a un policía valía 10 dólares. Fajardo zonificó barrios, montó mejores escuelas, contactó con las mafias de la ciudad —que es la política pactada, el negociar. Vale. Aquí no saben qué hacer con la droga, tienen que pactar para que gane la ciudad. Él personalmente pacta para que haya respeto y no violencia, construyó lo que tenía que construir en tres años e hizo más; invirtió 40 por ciento de su presupuesto municipal en educación y cultura, y eso rebajó la violencia 60 por ciento, sin gastar en publicidad.

Y en el caso de México, que vivimos con miedo, ¿puede ser una clave?

Yo no me voy a meter con México porque no los entiendo... Es de los dos países que he intentado evitar hasta ahora.

¿México y…?

México y Brasil son dos países que no se entienden. Brasil para mí tiene un problema muy grande: yo no puedo trabajar con ciudades que han tenido mucho dinero durante mucho tiempo, no les creo. ¿Cómo puedes trabajar con un gobierno que está maltratando la selva? No puedo, no me siento cómodo de verdad, y me encanta el país, me fascinan ellos, son geniales.

 

¿Ha caminado en ciudades con miedo?

Sí, ciudades con desesperanza, como Nápoles; ya no hablemos de México…

Y a una ciudad con miedo, ¿cómo la siente, cómo podría rescatarla?

Qué te puedo contar… En Maracaibo sentía miedo... Las ciudades que no puedes caminar, que no atienden sus calles, sus restaurantes, son ciudades abocadas a la violencia. Ésas no son ciudades sino campamentos para el consumo.

¿Cómo desarrolla ese olfato para saber en qué municipios sí tienen esa voluntad?

Paseándome por la ciudad. Me paseo solo, sin nadie que me influya, y no te equivocas, para nada. O te equivocas muy poco. Ves a la gente, te sientas en un café, vas a la parada del autobús, lo tomas, vas a un barrio lejano, regresas, vas al museo de la ciudad, a un restaurante caro, a otro restaurante no sé qué, te sientas en un banco y en una plaza un par de horas viendo a la gente, tomas notas mentales, y si es una ciudad que te interesa, embonas. Puede que la primera impresión no sea cierta, pero te sientas con la gente que sabe de la ciudad, y escuchas y escuchas y escuchas. No hablas... Escuchas y escuchas y escuchas. Las ciudades no son tan diferentes.

¿Trabajaría con ciudades mexicanas?

No sabría cómo hacerlo en el Distrito Federal, porque igual que Brasil, me supera. En Guadalajara trabajaría por un kit de servicios públicos en cada barrio: el centro cultural, el centro social, el centro de deportes, el centro de información, escuela buena, hospital, guardería... Siete servicios públicos buenos, cercanos. En segundo lugar, plazas seguras y elegantes, cuidando los edificios, con buen equipamiento; tercero, policía de proximidad para estos espacios; después, trasporte público para unir todos estos ejes; luego veríamos qué pasa en el centro, no lo conozco; en este tipo de ciudades hay centros coloniales muy bien puestos, pero no son renovados para el futuro.

Le recordamos a Puig el megaproyecto barcelonés @22 (22barcelona.com) con el que cientos de vecinos de 22 manzanas del barrio del Poblenou, una zona industrial y de viviendas que desemboca en el Mediterráneo, fueron desplazados para instalar ahí empresas y negocios dedicados a la innovación tecnológica y la sociedad del conocimiento, iniciativa que guarda algunas similitudes con Ciudad Digital, proyecto de renovación urbana que se planea construir en los alrededores del Parque Morelos en Guadalajara.  “Los vecinos se quejaron con razón, porque subieron los precios y ellos tuvieron que migrar a otros barrios”, recuerda Puig.

¿Pero es parte de un sacrificio contemplado dentro del desarrollo?

Claro, a veces duele renovar la ciudad. Por eso debes tener una marca muy clara de hacia dónde vas.

¿Hay ciudades que se pueden replicar, como Antigua (Guatemala)?

Sí, y una marca de ciudad debe ser coherente con su ADN. Yo, como parte de un equipo, estuve trabajando diez años en la dirección de los servicios sociales en Barcelona, y lo hicimos muy bien, pero tomamos la ciudad socialmente. Estuve trabajando diez años para conocer la ciudad, convivir con los pobres, con los emigrantes, con la gente en sillas de ruedas, con los drogadictos, diez años en la misma dirección. ¿Sabes lo que es trabajar diez años cada día con la puta miseria, la pobreza, para recobrar una ciudad? ¿Trabajar con los arquitectos absolutamente divinos para remodelar una plaza?

¿En Latinoamérica hay algún modelo de renovación?

Ustedes se han tragado el modelo de Barcelona —sin cuestionarlo. ¿Saben de qué nos sirvió? No se puede criticar un modelo cuando hay una ciudad que no tiene ni idea... cuando Buenos Aires o Santiago de Chile tengan un modelo que exportar, y mientras no tengan un modelo mejor, lo mejor que pueden hacer es callarse y aprender. No hay otro modelo contemporáneo.

Vosotros sois de concepción occidental, sobre todo en el norte, donde hay pésimas réplicas de la mierda de Estados Unidos. El modelo norteamericano de las ciudades ha fracasado; esta serie de ciudades que crecieron a partir del automóvil.

¿Y ni siquiera vislumbra nuevos modelos?

No. Barcelona es un modelo de combinación de la socialdemocracia y de las izquierdas europeas... Es todo lo que la socialdemocracia intentó, todo lo que el partido comunista italiano —que tenía muy buenos pensadores— intentó, todo lo que la España de los movimientos antifranquistas intentó. Es el esfuerzo de muchos y después se estancó porque entramos en la crisis.

Berlín es otra ciudad que le encanta a Puig. Hasta viviría ahí si fuera más joven. Pero esa ciudad-Estado, esa exuberante capital de Alemania, lleva décadas endeudada hasta el cuello y es mantenida por el resto del país. Ni siquiera esto desinfla las opiniones de Puig sobre Berlín.

¿Es el triunfo de un fracaso desde la reunificación?

Empezaron a remodelar Berlín, sobre todo a partir de la parte central de la ciudad, y se dieron cuenta de que nunca podrían tener la actividad económica... que no podrían competir con Fráncfort, con Colonia o con Stuttgart, y entonces aquí viene la apuesta de ciudad: ser la capital cultural y creativa, e hicieron la ciudad más creativa del mundo. Si yo fuera joven me iría a vivir a Berlín, no me iría a Barcelona, que se me hace una ciudad anticuaria, perdida.

¿Cada ciudad tiene sus problemas?

Hay ciudades que tienen turismo, y con el turismo suben los alquileres, y como suben los alquileres, los creativos son expulsados. ¿Qué ciudad va a ser el Berlín de Latinoamérica? Tengo varias opiniones, pero no las pienso dar...

¿Medellín?

No.

¿No lo va a decir?

No. Traten de decir tres.

Seguro está pensando en Lima 

Mmm, no.

Caracas no, ¿verdad?

No, es un desastre, faltan años de adelantarse a [Hugo] Chávez. Es muy dura la vida en Caracas.

¿Rosario?

No... Podría serlo, tenía todas las condiciones.

Alguna mexicana tendría que ser. Guadalajara, Querétaro, Tijuana intentó hacer algunas cosas; Puebla... ¿Puebla?

Sí, Puebla, pero no lo van a hacer.

Oaxaca, entonces.

Oaxaca podría ser, pero les faltó, no tienen visión. Tenéis un problema en este país: dejan todo al gobierno.

¿Mérida?

Sí, está clarísimo, es precioso, pero está abandonado.

¿Vio algo en Guadalajara?

No lo sé. ¿En qué sois buenos vosotros? ¿En hacer tequila? m

El modelo Guardiola

A Puig le gusta construir analogías entre el fútbol y el trabajo colectivo que requieren las ciudades. Sobre todo cuando el orgullo catalán, del que Puig tanto echa mano, encuentra materializados en un individuo los valores que esa región española ha abanderado históricamente: Josep Guardiola, quien, como entrenador del club de futbol Barcelona, erigió un exitoso modelo de gestión basado en la labor de equipo, el sacrificio, la disciplina y la creatividad al servicio de la mayoría, modelo que incluso es estudiado en universidades españolas y británicas.

“Es el Modelo Guardiola. ¿Qué tiene el Barça, cuál es la marca del Barça? ‘Somos más que un club’, y eso ahora se puede ver de dos maneras: somos un equipo, una ciudad, un país, eso es el Barça. ¿Y qué ha hecho después de años de crisis [futbolística]? Han encontrado a un muchacho que es europeo [Guardiola], que se tuvo que ir del club, que regresó creyendo en el Barça, en la plantilla y en su cantera. Es también un político que se ha formado en la ciudad, que ha viajado, que cree en los equipos, que regresa a la ciudad y que, con un equipo de diferentes, de raritos, pero que sabe jugar en equipo, con un entrenador que los coordina, que los anima… ahí… y han ganado todas las batallas”.

Co-working: muchas mentes (y manos) piensan mejor que una

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Argel Arias y su mascota, Hackeroso, afuera de la sede de Hacker Garage./foto:Natalia Fregoso

El trabajo colaborativo o co-working está invadiendo disciplinas como el diseño, la moda, la tecnología, la arquitectura… se trata de una modalidad radicalmente contraria a la del solitario freelance: las tareas que a una sola persona pueden llevarle meses son sacadas a flote por un equipo interdisciplinario. Muchos consideran que comenzará a crear tendencia en este siglo.

 

Jorge Suárez puede levantarse y trabajar cualquier día de la semana sin quitarse la pijama. Está en su casa y lo único que debe hacer es aproximarse a su teléfono para checar cuáles de sus colaboradores están trabajando y en qué. Jorge, un treintañero con estudios en el TEC de Monterrey, es un vivo ejemplo de un emprendedor de tiempo completo que ha encontrado en el trabajo colaborativo la clave para llegar más pronto a sus metas. Y compartir el éxito.

Una nueva forma de articular el trabajo profesional corre poco a poco como un reguero de pólvora al que se le ha acercado un cerillo: ni freelances solitarios —forma de trabajo que se volvió popular sobre todo a finales del siglo pasado— ni sociedades empresariales, sino comunidades colaborativas que por lo general incentivan y provocan lo que se conoce como co-working.

No existen cifras exactas, pero las múltiples referencias en diarios, revistas y blogs sugieren que el co-working ha pasado de ser una moda a convertirse en una verdadera opción comprobable de éxito. Y crecen los espacios consagrados a promover experiencias e interacciones. Existen en el mundo más de mil de estos proyectos que están en pleno desarrollo; en nuestro país hay ya casi cien, y en Guadalajara se sabe de la existencia de al menos una decena.

De acuerdo con Jorge Suárez, director de Cloudsourceit (cloudsourceit.com), una empresa dedicada al desarrollo de apps para plataformas móviles, el co-working o trabajo colaborativo es la mejor forma de hacer las cosas. “En algún momento llegué a tener una empresa con 14 empleados, y creo que en específico en los emprendimientos tecnológicos, lo que es videojuegos, lo que es start-ups, todo lo que está en móvil… es mejor por esta vía… En la forma tradicional se vuelve más pesado; en cambio, de manera colaborativa puedes encontrar gente súper talentosa, que simplemente salta y se integra al proyecto, lo hace suyo y luego se sale de él y no hay dolor porque está configurado para que así sea. O salta y se queda ahí años. Tu negocio y tu oficina están en tu teléfono móvil”.

El co-working no es exclusivo de quien se dedica a emprender negocios en el área tecnológica, pero sí es ahí donde ha tenido más auge. Cocreador también de Karaokulta (karaokulta.com), una empresa que desarrolla planes de negocio y mercadotecnia para los desarrolladores de aplicaciones y juegos que quieren publicar en las appstores de iOS y Android, Jorge Suárez comenta: “Esto es algo relativamente nuevo, porque en la historia no se había visto nunca que existieran, no sé, 23.3 millones de dispositivos de algo que te pudiera ayudar a vender, y ahorita ya hay como 100 millones de iPads, que son como 100 millones de tienditas a las que les puedes vender, o con las cuales puedes interactuar. Igualmente, por primera vez en la historia, el talento joven es igual o mejor y más importante que el talento experimentado. Ahí es donde yo creo que el trabajo colaborativo no tiene vuelta de hoja”.

Jorge Suárez en su oficina de KaraOkulta.

Un espacio colaborativo

Para hablar de co-working, dicen las directrices que han trazado en el ámbito mundial sus promotores, es necesario tener muy presentes los valores principales que fomentan, piedra angular para que la comunidad crezca y se fortalezca: accesibilidad, apertura, sostenibilidad, colaboración y sentido de comunidad. De hecho, uno de los primeros y más fuertes pasos que dio la comunidad mundial co-working fue la de reunirse y comprar hace un par de años el dominio co-working.com. Aunque el sitio aún no está activo, se planea desarrollar uno que ligue la palabra co-working con sus principios fundamentales. Los países en los que se ha dado más desarrollo de esta forma de trabajo son Estados Unidos, Inglaterra, Francia, España y Alemania.

Pero no sólo el asunto tecnológico aparece cuando se hace una inmersión en el mundo del co-working. Una de las comunidades internacionales más fuertes es The Hub (the-hub.net), un ecosistema de emprendedores e innovadores sociales que en la actualidad cuenta con 31 espacios de trabajo en todo el mundo y una red profesional de más de cinco mil miembros. Su lema: “El espacio que inspira, conecta e impulsa al innovador social”.

La página web de esta comunidad en Madrid (madrid.the-hub.net), dice: “Creemos que no hay carencia de ideas para resolver los problemas de nuestro tiempo. Pero hay una carencia aguda de colaboración y estructuras de apoyo para contribuir a que éstas se lleven a cabo. El Hub nace para contribuir a solucionar esta carencia. Nos propusimos crear espacios que combinasen lo mejor de una comunidad de confianza, un laboratorio de innovación, una incubadora de negocios y las comodidades de una casa […] Espacios para el encuentro, el intercambio y la inspiración. Siempre llenos de gente haciendo cosas increíbles”.

The Hub ha logrado que se abran 25 espacios en varias partes del mundo: Madrid, Londres, San Francisco, Melbourne, Johannesburgo y Oaxaca (huboaxaca.org) son sólo algunos de los más activos.

La magia del trabajo colaborativo se da cuando se encuentran personas que tienen intereses comunes y que deciden trabajar en conjunto: mientras que en circunstancias normales podrían tardar años en levantar un proyecto, de esta forma, con la ayuda de todos, en meses podrá estar en marcha.

The Workshop, estudio de diseño de joyería contemporánea. 

¡Hackers, salven a Guadalajara!

La vieja casona de reja verde de la calle Vidrio en la colonia Lafayette (aunque los recibos de la CFE digan que se llama Obrera), en Guadalajara, no necesariamente les dice mucho a quienes pasan por ahí. No tiene letrero y hay días que incluso parece abandonada. En otros momentos es un hervidero de gente, un entrar y salir hasta altas horas de la noche.

Si uno entra en la casa y pregunta por Argel Arias, muy pocos sabrán de quién se trata. Si, en cambio, pregunta por Levhita (levhita.net), nombre que utiliza en las redes sociales (@levhita), todos le indicarán dónde está. Es cocreador, junto con Ruy Cervantes, de Hacker Garage (hackergarage.mx), el espacio de co-working más exitoso de Guadalajara. Levhita define al proyecto como un Hacker Space: lugar en el que las personas pueden reunirse para hacer comunidad, trabajar y convivir. “Es común que se realicen conferencias, cursos, talleres y reuniones sociales. Los hackerspaces nos distinguimos por una apertura extrema a las personas interesadas en participar”.

Levhita es un convencido de que no únicamente deben existir comunidades especializadas en cuestiones técnicas, como Hacker Garage, sino que las posibilidades deben expandirse a todas las disciplinas: “El principal logro es el enorme ecosistema que ha surgido alrededor y en paralelo al Hacker Garage; suelo hacer la broma de que nosotros realmente no hacemos nada, más que poner el lugar”.

Actualmente existen muchos grupos con diferentes ramales, pero el proyecto Hackers & Founders (facebook.com/hackersandfoundersgdl) sin duda es la mayor y más sólida de las comunidades que existen alrededor de Hacker Garage. Liderado por Mak Gutiérrez (@makote) y Carlos Farías (@startup_mx), Hackers & Founders es una comunidad basada en la pregunta “¿Qué necesitas?”. Simplemente hay que llegar a las reuniones que se celebran el último jueves de cada mes a las siete de la noche y conocer a los que serán tus futuros socios: aprender y emprender. Lo que uno encuentra en esas reuniones es básicamente camaradería y, de manera muy informal, bebidas que otorgan diversos patrocinadores. A simple vista parecería una reunión de amigos y, si bien entre los que visitan el lugar hay quienes lo hacen de manera constante, también hay quien lo hace por primera vez. Es cosa de socializar, contar un poco una idea de negocio, y ése será el cerillo que encontrará la pólvora entre la comunidad de hackers que ayudarán a que el proyecto se concrete.

Por lo general, luego de la socialización, se interrumpe el cotilleo para que uno o dos invitados expongan brevemente algún caso exitoso que haya empezado así, como el que apenas se está incubando. Después de algunos minutos de escucha, se vuelve a lo importante: la socialización, los contactos, la comunidad, con la que posiblemente termine asociándose quien acudió.

Hackers & Founders se ha sumado a otro proyecto de carácter mundial llamado Startup Weekend (startupweekend.org), cuyos impulsores en el capítulo Guadalajara (guadalajara.startupweekend.org) han sido, entre otros, el propio Mak Gutiérrez y Carlos Farías. El Startup Weekend es un acontecimiento alucinante para aquellos a quienes les gusta sentir la adrenalina, emprender, trabajar horas seguidas sin dormir, hacer relaciones y, finalmente, ver concretado un proyecto de negocios. En un fin de semana —de viernes a domingo por la noche—, un grupo de emprendedores, curiosos, diseñadores, programadores e incluso inversionistas se reúnen en un espacio —en el caso de Guadalajara ha sido en el ITESO y en la Universidad Autónoma de Guadalajara— para construir un proyecto tecnológico y probar si una idea de negocio es viable.

Levhita recuerda en particular dos casos bastante exitosos de proyectos que pasaron por el Hacker Garage: Wowzer (wowzer.com) y Referee Pro (siine.com/es/RefereePro.html). El primero es una herramienta de reclutamiento de personal por medio de video; el segundo es una app que simplifica el arbitraje en el futbol y que ya se utiliza en el FC Barcelona de España.

Para Levhita ha sido fundamental la participación de dos espacios un poco más virtuales en el caso de las comunidades colaborativas: SumaValley (sumavalley.mx) y The Founders Institute (fi.co), ambas impulsando fuertemente el emprendimiento en la ciudad.

Otro espacio importante es, por supuesto, el Programa para la Gestión de la Innovación y la Tecnología (Proginnt) del ITESO (proginnt.iteso.mx), que incluye una incubadora y una aceleradora de empresas de base tecnológica, servicios integrales de consultoría e inteligencia competitiva, y por supuesto, el Parque Tecnológico, que alberga a 27 empresas y tres laboratorios.

 

Nevermind espacio de trabajo de colaboración.

La joyería y la costura también dan la cara

No es raro que en el caso de Guadalajara, donde en los últimos años ha florecido el negocio de la joyería y donde se encuentra el centro joyero más grande de América Latina (el Magno Centro Joyero San Juan de Dios), exista también una comunidad colaborativa enfocada al desarrollo de esta industria, que está integrada por orfebres, artistas plásticos y diseñadores.

The Workshop Estudio (theworkshop-studio.com) nació por iniciativa de Daniela Rivera, una apasionada de la joyería contemporánea.

Es un centro interdisciplinario; funciona también conforme a ciertos códigos generales de cualquier otro co-working, con el aderezo de que ofrecen a sus colaboradores workshops o talleres dinámicos y experimentales donde las artes aplicadas y visuales convergen en el desarrollo de piezas. Igualmente, existen áreas de oportunidad para contactos, así como generación de proyectos tanto interdisciplinarios como personales y colectivos.

También la industria del corte y la confección participa con algunos experimentos colectivos: en inglés se le conoce como co-sewing (costura en común). Se trata de espacios amplios y generalmente abiertos, con maquinaria especializada, mesas de corte, agujas e hilos por todos lados y, por supuesto decenas de aficionados conviviendo con profesionales del diseño y la costura. El co-sewing comparte los mismos principios que cualquier otro co-working: apertura, conocimiento, sinergia, flexibilidad, comunidad. Y tiene el mismo origen: aquellos cafés con servicio de internet a los que acudían los freelancers para conectarse a internet o para no trabajar en la soledad de su casa. La diferencia está en que no cualquiera puede tener acceso a cierta maquinaria para coser, mientras que en los demás proyectos de co-working los equipos de trabajo (computadoras, esencialmente) son de acceso relativamente fácil.

Y aunque los espacios de co-sewing no son tantos en el mundo como los de co-working (al menos en México no hay pistas ni registro de alguno), no sería raro que en el corto plazo se abra alguno. Por lo pronto, en Madrid existe el Teté Café Costura (tetecafecostura.com), el primer espacio con este concepto en el país, nacido en 2011, y que pretende ser un punto de encuentro donde la costura y la moda sean un medio de comunicación no verbal.

La fuerza de las redes sociales

Juan Carlos Jiménez —Knito para los cuates— es un diseñador gráfico convencido de que el trabajo colaborativo ha llegado para quedarse mucho tiempo. Su hipótesis parte del hecho de que las redes sociales propician el diálogo desde la individualidad, y ello puede generar contacto con personas que comparten los mismos intereses aunque no vivan en las mismas ciudades y, finalmente, la realización de proyectos.

“De repente te encontrabas un poco aislado, en tu casa, trabajando en tus proyectos personales y, al inicio, el Facebook —quizá más que Twitter, en mi caso— me abrió la puerta para comenzar a crear cierta empatía con quienes estaban trabajando cosas interesantes. Es así: subes un diseño, te lo comentan y empieza a desmadejarse el hilo que conducirá a que en un momento dado venga la propuesta para hacer cosas en conjunto”.

Desde la ciudad de México, Juan Carlos participa en proyectos que lo han llevado por diversas partes del país, y que si bien se centran en el diseño y la ilustración, no se circunscriben sólo a ellos: pasan por la música y el trabajo colaborativo en un taller en el que se fabrican de forma artesanal piezas de autor, playeras, pósters, calendarios, lo que se pueda.

Knito está involucrado tanto en espacios colaborativos físicos como en co-working virtual. El proyecto que actualmente lo absorbe nació de uno de sus contactos de Twitter: Abril Cortés. Se trata de un calendario ilustrado por artistas de Xalapa, Puebla y el DF. El trabajo en físico, con el “pulpo” para la serigrafía, se haría en Puebla, y posiblemente se imprima en Xalapa. Todo el proyecto se ha resuelto vía Skype y correos electrónicos. Todos se encuentran emocionados con este proyecto en el que se involucran de diferentes maneras y producen algo que difícilmente podrían hacer solos. “Además está el extra de poder estar en diferentes estados, de promocionar tu obra y compartir espacio con artistas con los que te identificas y admiras […] de repente no tienes calculado hasta dónde puede llegar tu obra; a mí me ha contactado gente que no conozco para pedirme obra, gracias a proyectos como éste”, dice Juan Carlos a través de Skype.

En el caso de Guadalajara, el nombre de Linux Cabal (linuxcabal.org) aparece constantemente. Los diversos grupos de co-working reconocen este proyecto como el pionero en esta forma de trabajo. Es muy específica su área —el software libre—, pero las reuniones de co-working siguen realizándose desde hace varios años.

En cuanto a los nuevos espacios en la ciudad, es justo mencionar a D4 Reality (d4reality.com), que cuenta con dos sucursales en Guadalajara (una de ellas en el Parque Tecnológico del ITESO) y a Nevermind (nevermind.mx), un espacio pensado específicamente para arquitectos, diseñadores y profesionistas de industrias creativas.

El co-working, terreno ideal para freelances, bloggers, diseñadores, arquitectos, video-bloggers, webmasters, estudiantes, gente que inicia su proyecto de negocio y negocios pequeños, está en auge. En España existe ya incluso una publicación especializada en el tema: Cografía (cografia.es). Datos como éste nos hacen ver que estamos presenciando apenas el inicio de una historia que bien podría cambiar ciertas dinámicas de producción mundial. m

Policía Comunitaria en Guerrero: la justicia de todos

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La Policía Comunitaria actúa en doce municipios de la Montaña y la Costa Chica de Guerrero, que integran a 77 comunidades de indígenas tlapanecos, mixtecos, amuzgos y mestizos. Cien mil habitantes son beneficiarios de este sistema de seguridad y justicia./foto:Daniela Rea

Este texto forma parte del libro Entre las cenizas: historias de vida en tiempos de muerte (editorial Sur Plus), escrito por diez miembros de la red Periodistas de a Pie. En este capítulo, Daniela Rea —quien también coordinó la edición junto con Marcela Turati— revisa la historia de la policía comunitaria de la Montaña de Guerrero. Así como las comunidades indígenas se unieron para protegerse de los delincuentes, el libro recoge testimonios de ciudadanos que se organizan en todo el país para resistir a la violencia.

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Ahí vienen. Por la vereda de tierra los hombres suben hasta la cima del pueblo. Uno tras otro a pasos lentos, algunos andan descalzos. Ése, de brazos fuertes y caminar holgado, es Trinidad, quien hace unos meses intentó secuestrar a un taxista. Unos metros más allá anda el joven Raúl, de mirada altanera, aún orgulloso de haber matado a un muchacho en una riña. También se acerca José, culpable de asesinar a uno que intentó violar a su mujer.

En la cima del pueblo, bajo un árbol que extiende generoso sus ramas, aguardan otros hombres armados con escopeta o rifle al hombro. Se miran y se saludan con camaradería, mixtecos, tlapanecos, nahuas, mestizos.

“¿Cómo le va?”, se preguntan, chocan las manos, se palmean la espalda como si recién terminaran una cascarita de futbol, pero lo que ocurre aquí es el encuentro entre delincuentes y sus vigilantes, los policías comunitarios.

Cansados del silencio y la complicidad del gobierno con los criminales, los indígenas de la Montaña de Guerrero se organizaron desde hace casi 20 años para vigilar su territorio. Escogieron entre sus vecinos a los más capaces y respetados, los armaron con escopetas y machetes, y formaron su propia guardia. De manera paralela, crearon un sistema de justicia que desde entonces intenta controlar la inseguridad y la violencia en las zonas más pobres del estado, al sureste del país, ese cinturón marcado históricamente por la miseria. Son los policías comunitarios.

“Se confía en la policía porque es vecino del pueblo y se conoce bien”, dice orgulloso don Fulgencio Castro, un viejo indígena tlapaneco que apenas habla español, de dientes despostillados, exhibidos sin pudor en una sonrisa. “No necesita certificación como gobierno que paga millones y millones y no hay confianza. Aquí sí, el detenido sabe que el policía no es borracho, no pelea, cuida al pueblo, pues”.

Cerca de él, sobre las piedras o recargados en el árbol, se acomodan los hombres recién llegados del río, donde tomaron un baño.

Don Fulgencio es un campesino analfabeta, como casi todos los mayores del pueblo, que una vez a la semana acude con los presos y les lleva el consejo para no hacer mal. Estas charlas son conocidas como reeducación de los criminales. “No vuelvan a cometer error —les dice—, porque dañan a la sociedad que quiere vivir tranquila, si asaltan, si matan no conviene porque sufre la gente, su familia y ustedes también”.

Está sentado a la sombra del gran árbol. Junto a él, los policías comunitarios y los detenidos. Es domingo al mediodía y Capulín Chocolate, esta comunidad de la Costa Chica de Guerrero, descansa apacible, de panza al sol. La gente se refugia bajo los tejados mientras una carcacha circula por las calles de tierra anunciando por altavoz las promesas políticas tan desgastadas como el sistema de justicia al que dieron la espalda. Los indígenas dijeron no a la fábrica de culpables, a la compra de jueces, a la tortura como técnica de investigación, a la criminalización de víctimas para intimidarlas y obligarlas a desistir en su reclamo, a la corrupción, a la justicia que tiene precio. Como ocurre en el país entero, donde 98 por ciento de los crímenes queda sin castigo y los agraviados sin verdad.

La Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC) es nombrada en asamblea y es el organismo responsable del sistema de justicia.

Trinidad, un joven de 19 años vestido con mezclilla y huaraches, llegó con el resto de los detenidos luego de pasear un rato por el río como cada domingo, su día de descanso. Lleva tres meses de comunidad en comunidad arreglando carreteras, escuelas o lo que esté feo. Su castigo es sanar con su trabajo el daño hecho al taxista que intentó secuestrar y al pueblo vulnerado por ese crimen.

Dice que prefiere este sistema al oficial, porque el dinero no compra la justicia y aquí no está encerrado todo el día. Cuando lo detuvieron no pensaba así. Estaba enfurecido. Se negaba a escuchar el consejo del campesino Fulgencio o de mujeres católicas o evangélicas que acudían a leerle la Biblia. Luego aceptó ir, nomás para no aburrirse, y de tanto escucharlos entendió que había hecho mal.

“Cuando empecé ese pleito y detención sentía coraje, pero cuando pasó tiempo sentí arrepentimiento. Estoy agarrando sentido que hice mal, pero hay que reconocer y ser gran persona para bien de nosotros, de mi familia”, platica tímido, con la mirada baja y las manos hechas nudo.

Raúl, un joven de 25 años, no piensa como él. Está detenido porque mató a un hombre en una riña. Es el segundo en su haber. Al primero lo asesinó a los 18 años y fue juzgado en el sistema oficial. Se acerca e interviene en la plática.

“Allá, si pagas a la familia, estás libre. Es más justo, porque regresas a cuidar a tu familia que no se queda sola. El dinero ayuda, pues”, dice. En realidad, libró la prisión tras corromper al juez.

Don Fulgencio presume con orgullo que ésa es la primera diferencia entre la justicia comunitaria y la oficial. La primera aspira a ser de todos. Por eso en este sistema no hay dinero ni abogados, quien defiende al detenido es su familia, los vecinos o testigos que pueden alegar a su favor. En el caso de Trinidad, fue su padre quien lo representó.

Para la Policía Comunitaria, con base en sus creencias ancestrales, si una persona hace daño a otra es porque la educación en el hogar falló y la comunidad entera debe salir al paso para que no vuelva a hacer mal. Así, cada habitante tiene tarea por hacer. En su estructura, los policías vigilan el camino y detienen a los delincuentes, otros habitantes actúan como jueces y dictan el tiempo de castigo que pasarán de pueblo en pueblo haciendo faenas. Los mayores, como Fulgencio, son los responsables de la reeducación, y las mujeres preparan la comida para alimentarlos a su paso por el pueblo. Mientras en el sistema tradicional a alguien que robó un pescado le dan un año de cárcel, en este sistema la condena es sanar con su trabajo las heridas colectivas.

“Sí, la justicia es como una red que se teje entre todos”, explicará luego Cirino Plácido, uno de los fundadores de la Comunitaria.

—Si hay uno que no teje, falta pedazo. O si teje mal, se rompe.

 

Hace 18 años, cuando el Ejército Zapatista de Liberación Nacional visibilizó a los pueblos indígenas y nos plantó de frente su dignidad, otro ejército de rebeldía se gestaba en silencio.

En la Costa Chica de Guerrero, al sureste del país, los territorios estaban minados por el olvido, la pobreza y la violencia criminal, que actuaba con la venia del Estado. Aquellos años, hombres armados solían detener las trocas de pasajeros en los caminos y robar a los indígenas los pocos pesos obtenidos de la venta de café o maíz o el apoyo del gobierno; en ocasiones, mientras asaltaban, violaban a las mujeres frente a sus padres o maridos. Abundaban los robos de vacas o de cosechas enteras, las deudas entre vecinos terminaban en riñas o asesinatos; era común ver a mujeres golpeadas por los esposos alcoholizados.

Cuando los indígenas de Guerrero supieron del levantamiento en Chiapas, escribieron a sus hermanos zapatistas una carta que, según Cirino Plácido, su redactor, decía más o menos así: “Su demanda es nuestra, después de luchar por justicia y no llega, no vamos a enloquecer y tirar al mar. El arma más importante es la conciencia y la organización”.

La resistencia corría por sus venas y por las veredas. En estas tierras nació y fue sepultado el guerrillero Genaro Vázquez, quien en la década de los setenta encabezó una lucha política y armada contra los gobiernos caciquiles del estado. Con esa herencia de rebeldía, los pueblos se organizaban para protestar por el robo de elecciones, la falta de maestros, o la estafa de los apoyos sociales que terminaban en las alforjas de los caciques.

En junio de 1995, el gobierno quiso dar una lección a los rebeldes. Policías estatales emboscaron y masacraron a 17 campesinos que se dirigían a una asamblea política en Aguas Blancas. Sus cuerpos quedaron abatidos en la tierra, junto a la camioneta de redilas donde viajaban. La sangre corrió en la Costa Grande de Guerrero, pero dolió en cada rincón del estado.

“Aprendimos que el gobierno no juega. Nos dejó claro que no puede haber confianza porque nunca va a responder las demandas de la gente de abajo. En la realidad persigue, mata”, explica don Cirino.

Cirino Plácido es un hombre de mirada chispeante, como sus ideas. Cuando apenas era un adolescente salió de la montaña de Guerrero y llegó a la ciudad de México ávido de aprender. Como indígena sólo encontró oportunidad de sobrevivir trabajando para una familia que le malpagaba con un cuarto y dos comidas al día. Hambriento, se escabullía por las madrugadas a la cocina, remojaba las tortillas duras y las tragaba a escondidas, sin hacer ruido. “Si eres pobre y eres indio, hasta cualquier perro te humilla”, aprendió aquellos años. Un empleo de ayudante de panadero lo sacó de esa esclavitud, luego fue albañil, obrero, y un día llegó a ser policía municipal en el Estado de México. No lo sabía entonces, pero ese trabajo le serviría años después para dar vida a la Comunitaria.

En 1995, apenas unos meses después de la masacre de Aguas Blancas, la crisis de inseguridad colmó a los pueblos cuando una niña de ocho años fue violada y asesinada. Entonces, don Cirino y otros compañeros de organizaciones campesinas, magisteriales e indígenas, comenzaron a pensar en opciones para abatir la inseguridad.

“Ya veníamos discutiendo qué hacer, cómo encontrar respuestas. Ya teníamos idea de lo colectivo, aunque no entendíamos eso de la autonomía. Pero entendíamos que era necesario organizarse, discutir qué hacer. Nos arrimamos varias veces al gobierno y vimos que no da solución. Y pensamos cómo recuperar nuestro derecho colectivo. El ‘nosotros’ estaba pisoteado con la idea del ‘yo’ que nos metió el gobierno”. Don Cirino da cátedra. Aunque ahora no tiene cargo en la Comunitaria, y pese a su juventud —ronda los 50 años—, es una especie de abuelo sabio al que recurren sus compañeros cuando pierden la brújula.

Ese octubre, al poblado de Santa Cruz del Rincón llegaron representantes de 22 comunidades con las ideas ya trabajadas, instalaron una asamblea general y fundaron la Policía Comunitaria.

En aquel entonces, recuerda don Cirino, eran un grupo de campesinos con sus herramientas de trabajo, machete casi todos, vigilando el territorio. Para hacerse de armas, municiones y uniformes cada pueblo se las ingenió. Algunas vendieron el solar o la parcela, otras remataron los puercos que sin dueño andaban por los corrales comiendo la cosecha. Aprendieron a usarlas. Eso no fue problema. Él, con la experiencia de policía, les dio las primeras lecciones.

“Lo difícil fue romper la sumisión. Nos hicieron creer 500 años que lo que viene de arriba está bueno. Éramos indios, campesinos, y costaba creer que podíamos agarrar al poderoso, gente importante, pesada y llevarla a rendir cuentas”, suelta aún sorprendido por la lección que dieron entonces.

Los dos primeros años, la Comunitaria sólo vigiló el territorio y llevó ante la justicia oficial a los detenidos. Pero luego éstos pagaban al gobierno corrupto y salían hambrientos de venganza. Así, resolvieron crear su propio sistema de justicia. Se creó la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias, dividida a su vez en tres regiones. Cada una tiene tres coordinadores que fungen como jueces, y los consejeros, quienes dan reeducación.

Si el apoyo al EZLN los puso en el mapa de focos rojos del gobierno, la creación de la Policía Comunitaria los colocó en la mira. El gobierno no se arriesgaría a que otros rebeldes, como lo hicieron 30 años atrás los guerrilleros comandados por Genaro Vázquez, pusieran en jaque su autoridad. Y comenzó a maquinar estrategias para desactivarlos.

Algunos vienen a caballo, otros se amontonan en camionetas de redila. Casi todos andan a pie. Descalzos, con huaraches, con sus botas consumidas. Hombres, mujeres, algunos ancianos. Con los hijos en un brazo y los morrales de comida en otro. Algunos llevan hasta cinco horas bajo el sol, sedientos. Desde lejos, la fila de peregrinos delinea los cerros. Van rumbo a San Luis Acatlán, la cabecera municipal más importante en la región. La peregrinación de indígenas llega a unos 5 mil participantes.

Corre el año 2002. Cinco comisarios comunitarios están encarcelados, acusados de secuestro por el gobierno de René Juárez Cisneros. No es la primera vez que ocurre: en su historia, más de una veintena ha sido detenida, uno de ellos aún cumple una condena de 30 años. La prisión como estrategia para desarticularlos.

La organización hizo el trabajo del gobierno. Para entonces habían reducido en 90 por ciento los asaltos, homicidios y violaciones en el territorio, y de 22 comunidades extendieron sus dominios a 65 en diez municipios, con 600 policías y 100 mil ciudadanos beneficiados. El costo había sido alto. Además de las acusaciones de secuestro, dos policías fueron asesinados en venganza después de dejar su cargo.

La peregrinación de los indígenas avanza a paso lento. Desde el altavoz se escucha su reclamo: “Al gobierno duele que campesinos analfabetas hagan impartición de justicia, cuando hay gente que estudió derecho y que hace muy mal las cosas. Es una vergüenza para él, se desmorona su poder y no quiere eso”.

Se dirigen hacia las oficinas del Ministerio Público de San Luis Acatlán, donde están presos los comandantes. Bordearon cerros, ahora cruzan calles. Los vecinos de la pequeña ciudad, con tantos habitantes como los indígenas que vienen marchando, los miran curiosos, más bien asombrados. ¿De dónde salieron tantos y qué vienen a buscar? Los indígenas rodean las oficinas ministeriales, entran por sus compañeros y la policía judicial responde cortando cartucho.

“Digan cuál es el delito de nuestros compañeros”, reclaman a gritos a las autoridades. Protegidos por sí mismos, desarman a los judiciales. De un momento a otro, los militares y policías del gobierno los cercan y les lanzan un ultimátum: “¡Tienen 30 días para entregar las armas! De lo contrario va a entrar el Ejército, porque son ilegales”.

Ellos, que llevan todo el día en resguardo de sus compañeros, rechazan la propuesta y anuncian resistencia: en adelante nadie venderá agua y tortilla al Ejército, que a los tres días se verá obligado a salir de la zona para evitar conflictos políticos. Atrapado en su propia amenaza, el gobierno les ofrece liberar a los policías, certificarlos como parte del Estado y de paso enseñarles a leer.

“Ataquen las causas, no a la Comunitaria”, les dice don Cirino en alguna de las mesas para exigir la liberación de los compañeros, “la Comunitaria va a desaparecer cuando no haya secuestro, violación, asalto, muerto; que no haya pobreza”.

 

Los policías comunitarios son elegidos por la Asamblea para las tareas del cuidado y la vigilancia, por ser personas conocidas y respetadas por sus vecinos. Actualmente suman 700 elementos.

Una muralla de costales rellenos de tierra, destripados por el paso del tiempo, anuncia la llegada al pueblo de Jolochitlán. Los habitantes la construyeron para protegerse de los extorsionadores que, por ahí de 2009, comenzaron a llegar a la Montaña a exigir dinero a maestros, ganaderos y cafetaleros a cambio de respetarles la vida. Fue la primera alerta de la incursión del crimen organizado en las tierras de la Policía Comunitaria.

En la Montaña de Guerrero ha existido una relación histórica con el crimen organizado. El estado con mayor grado de pobreza del país encabeza también la lista de producción de amapola junto con Chihuahua y Sinaloa. Al menos desde el último medio siglo, los indígenas siembran enervantes entre sus milpas, condenados a una dinámica de esclavitud con los narcos. Todos lo saben, pero se tolera porque se reconoce como la única opción de los pueblos para sobrevivir.

Así fue durante muchos años. La relación se mantenía en los límites de la siembra. Pero la Montaña pasó de ser territorio de producción a zona de consumo. Ésa fue la segunda alerta para los comunitarios. En poblados vigilados por ellos, como Buenavista, comenzaron a ver jóvenes fumando marihuana. Alarmados, los vecinos intentaron resolver el problema enviando a los consumidores a la reeducación o revisando las mochilas antes de entrar a la escuela. No se encontraron soluciones. Cada propuesta escala a un mayor problema y las causas de fondo, esa miseria histórica, continúan haciendo metástasis.

Para don Cirino se trata de una nueva forma de represión del gobierno. Si antes los acusó de guerrilleros, ahora de narcos.

“El Estado ha buscado cientos de formas de represión, nos ha acusado de guerrilla, ahora de narcotráfico y como no hace nada para detener violencia, ya llegó a las comunidades. Tenemos violencia del narco y violencia del gobierno que nos dice narcos”.

El punto de quiebre ocurrió en octubre de 2011 cuando cinco hombres fueron detenidos en dos camionetas por transportar casi 600 kilos de marihuana en el territorio por ellos resguardado. Era la primera vez que se enfrentaban a un caso similar. No sabían si entregarlos al gobierno o juzgarlos bajo sus reglas, como lo hacían desde 15 años atrás con los delincuentes comunes. Se convocó a una asamblea general, llegaron 500 habitantes, coordinadores, consejeros, ancianos, hasta el secretario de Seguridad Pública estatal. Ante ellos estaban los detenidos, descalzos y amarrados de manos o pies, con el cargamento expuesto.

La primera en hablar fue la señora Hernández, madre de dos jóvenes acusados. “Estoy aquí porque quiero llegar, pues, a un acuerdo con ustedes como máxima autoridad. Pues como ven, mis hijos cometieron estos errores. Estoy reconociendo el error, pero ustedes me pueden ayudar porque yo lo que quiero es que mis hijos los suelten”, dijo en su cortado español.

El único acusado que no era indígena pidió la palabra. “Me llamo Gabriel Orozco Nieto. No vean en mí esa persona, vean en mí un ser humano como ustedes que quiere ganarse un peso, que se pierde, que me vean a alguien como un ser querido, no como lo que tratan de hacer que me vean”, es decir, un narcotraficante. Luego alegó que lo detuvieron de manera injusta y no le permitieron llamar a su familia.

Vestido de blanco lino y custodiado por sus propios guaruras, el secretario de Seguridad Pública dijo a los comunitarios que no tenían capacidad para tratar temas de tal seriedad y pidió que le entregaran a los detenidos y la mercancía.

Deliberaron de manera pública. Las manos se levantaron, tomaron el micrófono: “No tenemos el ánimo de hacerle guerra al narcotráfico, de meternos en la vorágine de esa guerra, pero no vamos a permitir conductas que afecten la armonía de nuestras comunidades”, lanzó un consejero; “dicen que hay que entregarlo al gobierno, pero el gobierno somos nosotros, y ellos parte de nuestra casa”, sumó uno de los coordinadores; “jóvenes, nosotros los queremos, pero los queremos recuperados, la comunidad no está contra el narco, más bien ellos están contra sí mismos”, dijo otro; “el culpable de todo este fenómeno de violencia social es la pobreza, la falta de educación, de oportunidades; los mixtecos no son narcotraficantes, ellos sólo siembran o la acarrean”, opinó un anciano, y otro más dijo que “ésta es una guerra de pobres contra pobres, ¿quiénes están de soldados, de policías, de sicarios? ¡Hijos de campesino! Por eso al cobarde le conviene esta guerra para dividirnos”.

Serio y malencarado, el secretario atestiguó la votación: los comunitarios decidieron procesar a los detenidos porque, igual que hace 15 años, no confiaban en el sistema de justicia oficial.

Las semanas posteriores a la asamblea, los coordinadores comunitarios recibieron amenazas por teléfono, les reclamaban a los acusados y la droga. Se negaron. Reforzaron las barricadas y aumentaron el número de policías. Aún los acusados esperan sentencia.

“El caso del narcotráfico demostró que la Comunitaria tiene fuerza y su decisión es respetada por el gobierno, fue un aliento para el sistema”, dice orgulloso don Cirino al recordar aquel episodio esta tarde. “Pero también evidenció debilidades que ya habíamos detectado”.

Las personas que cometen delitos son sometidas a un proceso de "reeducación", que consiste en trabajo social para la comunidad afectada y en recibir pláticas de los sabios del pueblo para hacerlos reflexionar sobre su conducta.

Bajo la sombra de los mangos y tamarindos y su olor que esparce el viento, un grupo de hombres con huaraches y uniformes verde oscuro atienden una cátedra. Escriben con letras torcidas, casi infantiles, en sus libretas desgastadas. Al lado, sus rifles y escopetas reparadas con alambre. Más parecen reliquias que armas de trabajo.

En San Luis Acatlán, una de las tres bases que tiene la organización en el estado, se lleva a cabo una asamblea para capacitar a los nuevos guardias y comandantes. La sede es un terreno amplio con una casa de cemento a medio construir donde están la oficina y una estación de radio comunal recién creada. Al lado, un cuarto que sirve de cárcel, tan pequeña que los seis hombres ahí detenidos se turnan para dormir. En frente, una cocina de madera y cartón donde los vigilantes en turno devoran frijoles, tortillas, a veces un poco de carne. Sólo a veces.

Gabino González Mendoza, de treinta y tantos años, voz recia y parca, simpático, está por terminar su servicio como policía. Desde la cárcel, donde hace guardia, escucha la plática con arma en mano.

—¿Usted cree que esta policía podría funcionar en todo el país?

Gabino frunce el ceño y se ajusta la escopeta a la espalda.

—La verdad que a pensar mío siento que no, todavía le falta, tiene mucha necesidad, estamos con sufrimiento, le falta recurso. Pero ahí está la caminada, así poco a poquito a ver hasta dónde.

Cuando a Gabino lo escogieron para el cargo por tres años, él y su esposa tuvieron una repentina alegría. El nombramiento era reconocerlo como un hombre trabajador, en quien se puede confiar. Luego se pusieron un poco tristes. ¿De dónde iba a sacar dinero para mantener a sus hijos? Su esposa tendría que trabajar el doble, en la casa, la cosecha y la leña, mientras él daba servicio cada ocho días. Una tarde, cuando no había ni tortilla ni quelite para comer, la esposa le reclamó: “¿Por qué no ganas?, tu hija necesita comer, salte”.

—Yo le digo que no, que espere, ¿quién va a cuidar a mi pueblo? —asume serio su responsabilidad.

El trabajo como policía comunitario, comandante o consejero es voluntario, pero si el elegido no acepta es sometido a reeducación durante un año. Valentín Hernández, asesor mestizo de la organización, sabe que si pudieran rechazar el cargo, la mitad lo haría por la falta de pago y seguridad. Están expuestos a ser detenidos, baleados y no tienen salario ni atención médica, menos un seguro laboral. Hoy, por el déficit de personal, 50 detenidos no reciben reeducación.

En la asamblea las manos se alzan sobre la punta de los fusiles. Quieren hablar. “En los años de inicio de esta lucha se daba apoyo a policías”, “el policía arriesga su vida y no tiene un seguro ni doctor”, “por qué a coordinador se le paga y a policía no”.

El tema se ha discutido a lo largo de varios años. Recibir dinero del gobierno sería someterse a sus órdenes. Sin embargo, los coordinadores tienen un salario de 5 mil pesos al mes en un lugar donde el ingreso promedio de toda una familia indígena no llega a los mil pesos. La desconfianza merodea.

¿Cómo mantener una relación con la autoridad si ésta es la que somete, corrompe, humilla? Es un punto que la Comunitaria aún no resuelve. En abril de 2011 el gobierno estatal reconoció a la organización autónoma en la Ley de Costumbres Indígenas, pero los golpes bajos continúan: entregó en concesión a una minera extranjera un pedazo del territorio indígena, la corrupción mantiene a la región como la más pobre del país, los asesinatos y desapariciones de líderes sociales permanecen impunes.

En la asamblea, las quejas continúan. No hay medicina para los detenidos, las celdas parecen pequeños calabozos, la justicia se hace a medias porque se detiene al malo y se olvida a la familia, ya empezaron otra vez el robo y el asesinato, y algunos policías han sido señalados por abuso de autoridad. Y hasta por tortura.

—No podemos decir que somos blancas palomitas, tenemos algunos errores por no prevenir —reprende uno de los coordinadores a los comunitarios. En un rincón del patio, una señora descalza con sus hijos a medio vestir sigue la reunión desde hace un par de horas.

—Quizá haya errores —continúa el coordinador—, los policías a veces dicen: “A mí nadie me molesta porque soy el chingón de este pueblo”. Es un error muy grave porque no somos judiciales ni del ejército, los que torturan, los que golpean y obligan la gente que a fuerza diga su culpabilidad aunque no sea su culpa.

Paciente, Constantina Mendoza escucha la clase de los nuevos policías y deja a su hijo, el más pequeño que llora de hambre, exprimirle los senos ya sin leche. Cuando la reunión va a terminar se acerca a los coordinadores y, como ha hecho cada domingo desde hace tres meses, les pide liberar a su esposo.

—Lleva tres días que ya no come, duele mano, está enfermo. No le dé golpe que mi marido no es un Jesucristo —les reclama. Ella no se siente representada en este sistema comunitario. 

Silvino Encarnación, su esposo, está acusado de ser cómplice de matar y decapitar a un hombre. Lo inculpó el autor confeso del crimen, Celso, que luego se retractó. Era la única prueba en su contra. Ante la asamblea de este domingo, la esposa del muerto pide justicia, pero de la buena.

Constantina, en cambio, acusa a la Comunitaria de haberlo torturado y de no darle atención médica ni permitirle ver a un doctor por las migrañas que padece. El último día del año 2011, unos 20 policías a bordo de dos camionetas llamaron a la puerta de su casa y entraron por él. Eran policías comunitarios y policías primitivos (como llaman a la Policía Municipal Preventiva) trabajando en coordinación.

—Le echaron bolsa en la cabeza de mi esposo y le echaron agua negra en un pocito, daban mucho golpe, grita bien feo mi esposo que le dieron tanto golpe —dice refiriéndose al método de tortura de sumergir a la persona en agua. Como prueba, la mujer guarda el pantalón, la camisa y los calzones que vestía ese día, sucios, acartonados por las aguas negras.

La asamblea la escucha y se queda sin argumentos. Al final, una de las coordinadoras le dirá que su marido será liberado cuando lo decida su comunidad, porque son sus vecinos quienes lo conocen de toda la vida y saben si es hombre de bien.

La mujer se va a casa llorando con los chiquillos alrededor y la reunión termina. Ahí, le pregunto a Pablo Guzmán, uno de los coordinadores, sobre lo ocurrido. ¿Quién los vigila de cometer abusos? ¿Quién protege el debido proceso?

—La ley cuadrada de allá [de las ciudades] lo soltaría porque no tiene pruebas contra él, pero ha hecho daño otras veces —responde convencido.

Pablo se refiere a que hace algunos años Silvino fue detenido por agredir a su hermano. Su esposa Constantina denunció a los comunitarios ante la justicia oficial, que los apresó y acusó de secuestro. Para la Policía Comunitaria, el actuar de la mujer se trató de una revancha.

—¿Si un inocente es sentenciado a quién apela?

—Aquí somos libres de pensar con elasticidad, aquí se rompen los esquemas de la ley y se hace justicia. Lo bueno de no conocer el derecho de las ciudades es que no nos preguntamos esas cosas del derecho— confirma Pablo ante la insistencia.

Pablo es el único coordinador mestizo y eso genera algunas desconfianzas entre el resto de los integrantes que ven en sus reflexiones un dejo de venganza. La charla me recuerda la sabiduría de las palabras de don Cirino, que evitó el linchamiento de unos asesinos y violadores en el año 2009, dirigiendo a los pobladores esta reflexión: “Debemos vernos al espejo porque el próximo puede ser nosotros, nadie es perfecto y tarde o temprano podemos cometer error. Los que matan no tienen otra cara que nuestra cara”.

La Comunitaria sabe que vive ahora su propia crisis de confianza. En cierto modo, es víctima de su éxito.

La caída de niveles de violencia en los diez municipios donde gobierna tuvo algunos efectos no considerados por la organización. Por un lado, atrajo el interés de varios grupos políticos que han buscado controlar la organización, lo que ha generado divisiones internas; por otro, sus logros no significaron el reconocimiento a la organización por parte de los jóvenes, quienes nacieron a la par del proyecto y crecieron en el remanso de tranquilidad que dejó a su paso. Poco a poco, los lazos comenzaron a soltarse entre los pueblos. Las preocupaciones fueron otras, o más bien la de siempre: la miseria histórica. De pronto, el relevo, la lucha renovada a las conquistas de los más viejos no llegaba.

En la asamblea, los futuros policías debaten que la verdadera justicia exige el involucramiento de la comunidad. Algo que en las ciudades hemos olvidado.

“La justicia que imparten nuestras autoridades regionales también se centra en este espíritu comunitario: es una justicia pública y colectiva, donde son varios los ojos que evalúan a quienes cometen errores”, dice el reglamento que en sus manos llevan esta tarde bajo la sombra de los mangos y tamarindos, en la asamblea de San Luis Acatlán.

 

—Durante muchos años hemos visto la cola del gobierno y la tiene larga, la tiene larga. Mucha cola que le pisen, pero tenemos que voltear a mirar nuestra cola, verla bien para no cometer mismos errores que ellos— dice don Cirino Plácido a la quinta taza de café. Habíamos recorrido durante varias horas, a través de su memoria, el camino andado por la Policía Comunitaria.

La inquietud es compartida por los coordinadores, consejeros, policías. En diez años, los niños de ahora serán los guardianes y también los criminales. ¿Cómo se están preparando para ello?

Don Cirino se ve preocupado, pero no derrotado. Medido en sus reflexiones, reconoce riesgos, no el quiebre. Crisis como ésta han superado un par de veces en el pasado. Sabe cuáles son esos pedazos de cola y cómo reanudar camino.

Primero, la Coordinadora debe formar cuadros. Los líderes originales de la organización no se preocuparon por enseñar a los herederos el eje de la justicia comunitaria.

“La responsabilidad de los que le dimos vida está en que no preparamos al pueblo en cien por ciento, no formamos cuadro. Por eso llega alguien que no tiene conciencia y se desvía, comete errores. Es el costo que está pagando el movimiento. No estamos previniendo, preparando las condiciones para que no se cometan errores, porque muchos de nosotros estamos desgastados físicamente, económicamente. Pensamos que las cosas ya se iban a dar por sí solas”.

Segundo, la Comunitaria sabe que enfrenta el divisionismo al interior de los pueblos. Para combatirlo, explica, deben retomar sus propias formas de organización al margen de los grupos políticos que quieren cooptarlos. Este anhelo de mantenerse unidos los empujó a iniciar una nueva cruzada: recuperar su derecho a elegir mediante usos y costumbres a sus autoridades, dejando de lado el sistema de partidos.

“El poder nace del pueblo y debe instituirse en beneficio del pueblo. El sistema de partidos no nos sirve para crecer como pueblos. Nos confronta, nos divide, nos manipula, nos corrompe, nos utiliza y al final nos hace a un lado”, escribieron en una convocatoria a las comunidades para sumarse a la exigencia de su autonomía.

Tercero, establecer límites en la relación con el gobierno. Cuando empezó la Policía Comunitaria se aliaron con el Ejército mexicano para la capacitación en el uso de armas, aunque en el fondo había una doble intención, por ambas partes. Los comunitarios querían mandar el mensaje a los caciques y delincuentes, de que el Ejército era su amigo. Los militares buscaban penetrar y desarticular a la organización.

“No queremos ser estructura de una casa que se está cayendo, queremos una estructura propia de los pueblos. Solamente nosotros vamos a lograr cambiar las cosas, pero no siendo el Estado. Imagínate, no le puedes tirar piedra estando dentro, se te cae techo encima”, las palabras de don Cirino ilustran.

Cuarto. La Policía Comunitaria debe imaginar su futuro y caminar hacia él. Hacer un programa de prevención, trazar una ruta de desarrollo porque la vida de los pueblos sigue marcada por la pobreza y el sometimiento del Estado. Se trata de preparar las condiciones para que la gente viva libre de inseguridad y miseria.

La mirada chispeante de don Cirino parece alumbrar ese camino. El hombre empina el café antes de lanzar una última imagen: la justicia es como una red que se teje entre todos.

—Si hay uno que no teje, falta pedazo. O si teje mal, se rompe. m

 

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Cristianismo y placer: esquema sucinto

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El placer, como todas las realidades existentes, proviene de Dios, y nos toca verlo con ojos limpios. La Biblia no trata el tema de manera explícita, pero sí habla de momentos de plenitud y felicidad humanas. Hay muchos textos sobre paz, alegría, fiesta, bienaventuranza.

La herencia de los griegos. El placer no es el bien supremo, pero forma parte de los elementos que constituyen la felicidad en esta Tierra.1 El placer no es el bien, pero en sí mismo es un bien. La naturaleza nos lo muestra, pues cuando realizamos nuestras potencialidades experimentamos placer. Siendo un bien, podemos usarlo mal, como el exceso de alcohol puede causar una enfermedad mortal. Frente a esta posibilidad, algunas escuelas griegas llegaron a considerar el placer como algo malo.

El dato original de la fe. El placer, como todas las realidades existentes, proviene de Dios, y nos toca verlo con ojos limpios. La Biblia no trata el tema de manera explícita, pero sí habla de momentos de plenitud y felicidad humanas. Hay muchos textos sobre paz, alegría, fiesta, bienaventuranza. Para Jesús, la imagen privilegiada del Reino es un banquete.

Primeros siglos del cristianismo. En esta época ya se vislumbra cierto miedo al placer, debido sobre todo al influjo de aquellas escuelas griegas que lo veían como algo malo. Nietzsche2 acusó al socratismo de invalidar lo dionisíaco y de reducirnos a lo apolíneo mal entendido, esto es, a un Apolo reducido a racionalidad fría, a una razón que debía domeñar los sentidos. Aclaro que esto último no lo enseñaron los grandes filósofos griegos. Para Platón, en concreto, toca a la razón ver por el bien de los sentidos, no aplastarlos. Influyó también la espiritualidad propia de Occidente que, sabiendo que Cristo resucitó, subraya el aspecto de su pasión; y algunos exageraron la conclusión de que para imitar a Cristo, la vida del cristiano consistiría en sufrir y, por tanto, el placer quedaba vedado. Pronto se añadió la doctrina de los maniqueos, para quienes el espíritu (en concreto, el alma) es bueno, y la materia (en concreto, el cuerpo) es mala. Aunque la Iglesia condenó esta doctrina como herética, el maniqueísmo sigue ejerciendo su fascinación.

En la Edad Media se siguió por estos carriles, aunque hubo una voz cualificada que indicó una vía sana, la de Tomás de Aquino. Tomás se pregunta3 si las pasiones —entre ellas la del placer— son malas. Y responde que no, sino que son los medios que Dios nos ha dado para entrar al reino de los cielos. Importa darles un buen cauce, dirigidas por la razón, pero lo dice al estilo de los grandes griegos: a la razón no toca aplastar las pasiones, sino ver por su conveniente realización. Me tomo la licencia de aclararlo con un ejemplo trivial: un hombre regala a su hijo un Ferrari último modelo. Tenemos un primer escenario, en el que el joven deja el auto en el garage y lo usa como ropero: un gran desperdicio —y así pasa con los que nunca realizan sus pasiones, una falta de gratitud—. En un segundo escenario, el joven usa el Ferrari cada semana que va al antro y, embriagado, lo maneja a toda velocidad por la ciudad, hasta que lo estrella, lo que resulta en pérdida total del auto y de su vida: otro desperdicio y falta de gratitud. En el tercer escenario, el joven usa el Ferrari para entrenar y un día gana el gran rally de Montecarlo; es ésta la manera adecuada de usar el carro y a la vez una muestra de gratitud. En el ejemplo, el Ferrari simboliza las pasiones, específicamente la del placer. La voz de Tomás no fue muy escuchada, y en la Edad Media prevaleció el miedo al placer, al cuerpo, a los sentidos.

Renacimiento. En este breve esquema recojo la opinión de Nietzsche4 sobre tres papas muy criticados por los historiadores —católicos o no—: Alejandro VI, la lujuria del sexo; Julio II, la lujuria del poder, y León X, la lujuria de la belleza. Nietzsche los alaba porque quisieron devolver la inocencia a los sentidos. Fracasaron porque Lutero se escandalizó. En todo caso, el pueblo, y entre él los eclesiásticos, vivía libremente, como lo atestiguan los versos de Carmina Burana, un cántico a los sentidos, al sexo, a la vida. Pero el miedo continuaba oculto en el interior.

Del Renacimiento a nuestros días. Seguimos con esa herencia del miedo al placer, al cuerpo, a los sentidos. Un miedo interior y solapado, no obstante los desenfrenos reales, que perturba profundamente nuestra psique.

La causa profunda. A manera de los detectives, para encontrar al culpable conviene preguntarse cui bonum?, o sea, quién saca provecho de esa actitud ante el placer, de verlo como una falta. La respuesta es fácil: los grandes opresores, cuyo interés no es que seamos libres, sino robots productores a su servicio. Ellos se encargan de proporcionarnos placebos, sustitutos del verdadero placer, para que tengamos la oculta satisfacción del pecar. Y es que el verdadero placer es signo de libertad y de vida. En todo caso, ver el placer como algo malo no proviene del cristianismo como tal, sino de otras fuentes. m

 

1. Véase, por ejemplo, el diálogo Filebo, de Platón.

2. En El origen de la tragedia.

3. Suma Teológica, I-II, q. 24, a. 2.

4.  Anticristo, 61.

 

 

Para leer

Se recomiendan artículos incluidos en cinco números de la revista Xipe Totek (ITESO):

17 (Pedro de Velasco y Mario López Barrio);

18 (Emilio Bruno, Alejandro Rozado y Fernando Fernández Font);

20 (Alfonso Alfaro);

21 (Jorge Manzano);

22 (panel “Deleites espirituales” y panel “El placer de sentir”).

¿Dónde quedó el gusto?

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El placer de comer va más allá de los sentidos: es el resultado de la percepción general, integrada por una suma de factores: desde las necesidades físicas hasta la experiencia de vida, las costumbres familiares, los recuerdos y la educación.

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Foto: ebooks.adelaide.edu.au

Para la mayoría de las personas, el paladar es el receptáculo de los estímulos gustativos, y en él sucede el milagro del placer que nos produce alimentarnos: ahí se eleva el acto de comer a un plano más sensorial. Pero, ¿qué haría la lengua sin la nariz? El francés Brillat-Savarin, uno de los primeros estudiosos de la gastronomía, decía: “Estoy tentado a creer que el olfato y el gusto no forman más que un sentido del que la boca es el laboratorio y la nariz la chimenea, o, para hablar más exactamente, del que uno sirve a la degustación de los cuerpos táctiles y el otro la degustación de los gases”. Así que ambos sentidos, el gusto y el olfato, son un equipo inseparable en el momento de disfrutar lo que comemos. Según Julio Camba, escritor gallego, en realidad el paladar no percibe más que dos sabores, lo dulce y lo amargo: “La lengua responde a lo ácido y lo salado por el efecto de su ataque a las mucosas de la boca químicamente”. Hace poco se sumó un sabor más, el llamado umami, y que se refiere al de las proteínas de la carne.

Seguramente un buen gastrónomo debe tener buena nariz, que además es un excelente centinela que percibe la corrupción de los alimentos mucho antes que la lengua. Pero el placer del acto de comer va más allá de los sentidos, ya que es el resultado de la percepción general, integrada por una suma de factores, desde las necesidades físicas hasta la experiencia de vida, las costumbres familiares, los recuerdos y la educación. Por ello, el verdadero gozo no sólo se origina en los sentidos, sino en todo lo que los aromas y sabores disparan en la mente, como recordar la suave manera en que se disolvía en su boca ese merengue que su abuela le daba en la merienda... que no se comparará, por ejemplo, con la experiencia que usted tendría al probar un sofisticado queso francés llamado munster, de olor penetrante, sabor intenso y picante, que para un experto en lácteos será un manjar, y quizá para usted parezca casi putrefacto. No importa qué tan valioso y exquisito sea el manjar que le sirvan, si usted no está familiarizado con los ingredientes y si en su casa son conservadores al comer, seguramente será una experiencia desagradable. Entonces, la mejor comida es la que a usted le guste más, la que comparta con personas que le agraden, con la bebida ideal, la música, el clima...

Si nos situamos en el contexto urbano en el que vivimos, lo que se come pasa a segundo plano: sólo se busca que sea práctico y “que no engorde”, de manera que se recurre a comida procesada que afecta a nuestro sentido del gusto y a nuestra alimentación. Se ha comprobado que las personas que consumen edulcorantes tienden a perder sensibilidad en las papilas gustativas y terminan por buscar sabores cada vez más intensos. Otro de los errores actuales es asociar la cantidad con la calidad; así, cada vez se consumen porciones mayores de alimentos de escaso valor nutrimental. Es muy probable que si usted pregunta en la calle a diversas personas qué prefieren, si una ensalada con germinados, queso de cabra, semillas y verduras al vapor, o unas papas a la francesa bañadas en salsa cátsup, la mayoría opte por la segunda opción. La dieta actual de las sociedades occidentales se compone de doble cantidad de grasas, poca fibra, mucha más azúcar y sodio, y casi todo proviene de una caja, un sobre de plástico, una botella...

El verdadero reto de buenos cocineros y chefs es lograr seducir a los comensales para que prueben más sabores de los acostumbrados, con ingredientes más rústicos y naturales, menos procesados y, por consiguiente, más nutritivos. Lo que sucede hoy en casi todas las mesas caseras está muy lejos de lo que planteaba el mismo Savarin, quien tenía claras reglas para “regular una cena que reúna los requisitos para el mayor placer en la mesa”: pocos comensales, bien elegidos y con puntos en común para que la conversación fluya; que los platos sean pocos, pero selectos; el vino de mejor calidad; que el café esté caliente y los licores escogidos; que el té no sea muy fuerte, las tostadas bien untadas de mantequilla, y que nadie se vaya antes de las once, pero que a la medianoche ya estén todos en la cama. “Quien haya asistido a una cena donde se cumplieran estas condiciones, puede presumir de haber participado en su propia apoteosis”: palabras textuales de La physioligie du goût,publicado en 1825. m

Ética del placer

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La ética filosófica, sin las prácticas del placer, resulta una desesperación y un despropósito. El sujeto queda expuesto a la exigencia de la bondad deontológica por sí misma. Sin embargo, no podría invocarse esfuerzo ético alguno si a cambio no hubiera un gozo.

La filosofía ha guardado un largo silencio1 en torno de las prácticas del placer. Luego de la aparición del cristianismo, el ejercicio griego del placer filosófico quedó desplazado como asunto periférico. No obstante, la experiencia rica de la Antigüedad sigue interpelando a nuestro presente pobre en el cultivo de los placeres.

En cambio, en lugar del placer, nuestra cultura enfrenta la obligación moral de la felicidad. Esta obligación opera en el contexto de un régimen económico neoliberal y recae sobre individuos que, desprovistos de la pericia para oficiar por ellos mismos los placeres de la existencia, consumen los indicadores de la felicidad, pero no saben producirla.

Ahora bien, la ética filosófica, sin las prácticas del placer, resulta una desesperación y un despropósito. El sujeto queda expuesto a la exigencia de la bondad deontológica por sí misma. Sin embargo, no podría invocarse esfuerzo ético alguno si a cambio no hubiera un gozo.

Dos aspectos caracterizan el placer. Por un lado, actualiza al sujeto, lo repone y lo reconcilia con su existencia. El cultivo de los placeres exige un tiempo propio. Esa autonomía da paso a un segundo rasgo, que convierte el placer en un acto político: quien se adueña de sus placeres y es capaz de construir un ritmo propio para elaborarlos, vuelve intolerables las ideas mezquinas de realidad que quieran dársele a creer. El sujeto ético y oficioso de los placeres está capacitado para reaccionar a favor de una generosidad mucho más amplia que él mismo ha explorado y propiciado, de la cual se ha procurado una alegría reproductible.

Así, la práctica de una ética de los placeres viene a significar una resistencia a un presente que se nos ofrece como precario. Es una resistencia a asumir sin más, como programa propio, prisas que son ajenas. La ética del placer es una reacción contra un lugar común que actúa a manera de ideología en los sujetos. Cuando la gente dice “Hay que vivir el presente”, se adhiere ingenuamente a un orden de realidad que el sujeto no ha decidido. Entonces, la práctica ética del placer significa la posibilidad de hacernos cargo de decidir un poco sobre nosotros.

Sin esta práctica subjetiva del placer no hay sujetos capaces de asumir responsablemente el espacio público, y mucho menos son capaces de combatir la incertidumbre y la adversidad. Restauremos la inquietud en el corazón mismo de la filosofía y preguntémonos: si la filosofía no da elementos para el placer, ¿entonces qué da? m

 

1. Pocas excepciones pueden citarse. Hume, por ejemplo, fundamenta su moral provisional en los criterios del placer y el displacer. Pero es un momento muy breve, una interrupción, si se quiere.

Libres, lindas y locas: Mujeres Creando

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/foto:Joanne Lagos

Desde 1993, Mujeres Creando eligió una forma creativa de difusión y convocatoria, el grafiti, medio tradicionalmente masculino. Desde entonces, miles de paredes se han rayado y pintado con sus consignas.

 

La conmoción comenzó en 1993 y en plena calle. En barrios pobres y de clase media de La Paz, Bolivia. Frente a la parada del transporte colectivo, la tiendita de abarrotes y la banca del parque, un grafiti escrito con caligrafía redondita, como esa escritura entre de abuelita y adolescente: “No quiero ser reina, no quiero ser magnífica, quiero ser libre y plebeya”, firmado al comienzo por tres mujeres: María Galindo, Julieta Paredes y Mónica Mendoza, fundadoras de Mujeres Creando (MC).

La historia comienza en 1992 con el regreso de María y Julieta de Italia, y su encuentro con Mónica y la casa La Virgen de los Deseos en la calle 20 de Octubre en las laderas de Villa Fátima, en la capital boliviana, centro de reunión de lo que después se convertiría en ONG (una femenina, feminista, artística y, sobre todo, valiente y temeraria). Las damas reunidas en Mujeres Creando son “lesbianas, heterosexuales, trabajadoras del hogar y antropólogas, indias, cholas y jailonas, casadas, solteras, madres y las que no quieren ser madres, viejas y jovencitas, todas juntas y revueltas, pasando sus días y creando sus vidas”, un colectivo que se ha dedicado no sólo a la discusión y a la denuncia, sino también a la reflexión y al arte, en un espacio donde “procrearemos frutos dulces de una nueva sociedad y no cizaña machista que destruye a la humanidad”, como explica otro grafiti.

Desde 1993, Mujeres Creando eligió una forma creativa de difusión y convocatoria, el grafiti, medio tradicionalmente masculino. Desde entonces —¡uy!, ya casi 20 años—, miles de paredes se han rayado y pintado con sus consignas, poemas, lemas, gritos, levantamientos, apropiaciones idiomáticas e iconografía. “Una mujer fiera, una mujer tierna, una mujer verdadera”; “Mujer, ni sumisa ni devota, libre, linda y loca”; “No soy originaria, soy original”; “Es hora de pasar de la náusea al vómito”; “Lucha ama a Victoria”; “No saldrá Eva de la cultura de Evo”, y cientos y cientos de frases más regadas hoy por toda La Paz y desafiando los ojos de los transeúntes, reuniendo a más mujeres, organizando foros y encuentros internacionales en torno al papel de la mujer y sus derechos —sí, aunque suene arcaico y extremista—. Acciones políticas sublevadas por acciones artísticas. El grafiti es un medio artístico, pero también un “método, una forma o una estrategia de lucha”, han dicho las integrantes del colectivo. “Coca-Cola paga y pinta, entonces, ¿por qué no podemos nosotras pintar gratis?”, reza otro grafiti.

La singular y creativa forma de divulgación de Mujeres Creando suena desde entonces como uno de los más originales, respetados y congruentes movimientos artísticos latinoamericanos de estos tiempos. Las grafiteras (indígenas, amas de casa, prostitutas, artistas visuales reconocidas y quien sea que tenga una buena frase y una brocha) son representadas ya en espacios como la Bienal de São Paulo, en 2006, o en galerías y museos de Europa y Estados Unidos; catalogadas en libros sobre artistas contemporáneos y estudiadas por teóricos y críticos internacionales. En 1998, Julieta Paredes fue detenida durante más de 24 horas cuando pintaba “Pensar es altamente femenino”. En 2002 arrestaron a varias de estas mujeres por la producción de un video-documental donde dos bolivianas en trajes tradicionales se besaban en los labios. En 2001, ellas y un grupo de deudores ocuparon la Agencia de Supervisión de Bancos de Bolivia, exigiendo la condonación de deudas de necesitados que no sabían ni leer los contratos, con lo que lograron llamar la atención internacional. “Ten cuidado con el presente que construyes, debe parecerse al futuro que sueñas”, dice otra pared.

Mujeres Creando es un colectivo activista con algunas ramificaciones artísticas, buen pretexto para intentar descifrar y meditar en torno a la diferencia entre acción activista y artística. Para la académica y crítica Suely Rolnik, la acción artística explota la realidad sensible, provoca colapsos sensitivos, dota de expresividad a la realidad, afirma la potencia política del arte, mientras que la acción activista convoca a la percepción y ocupa el lugar de la víctima para hacer sentir al espectador su situación. En este sentido, las acciones del colectivo suelen carecer de noción artística, alineándose más con el activismo político. Un discurso político, mientras la artista se baña de pintura roja. Decenas de mujeres caminando y cargando cruces de madera. Activistas disfrazando la escultura de su soldado desconocido como ama de casa el Día del Padre. Artistas pintando los penes de modelos masculinos en la plaza de La Paz, inspiradas en otro grafiti: “Un pene, cualquier pene, es siempre una miniatura”. Son los grafitis, sin lugar a dudas, su expresión más apegada a la experiencia estética; en ellos, ellas escarban la potencia política del arte y su inmenso poder de convocatoria y reflexión. “Ninguna mujer nace para puta”, fue el grafiti que dio nombre a su primer foro internacional. “La calle es mi casa sin marido, la calle es mi trabajo sin patrones”, se puede leer todavía en las paredes de una capital, y es que “Las calles nunca callan”, dice otro muro. “Mujer, no me gusta cuando callas”. m

 

En la web

:: Sitio oficial.

:: Estación de radio de Mujeres Creando.

:: Video con algunas acciones.

:: Sobre el arte de Mujeres Creando.

:: Revista de Mujeres Creando.


Acompañar en el camino

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Acompañamiento es la ayuda a otra persona para que esté más atenta a las comunicaciones de y con los demás./foto:Carlos Díaz Corona

En esta ocasión compartimos este texto del Rector Juan Luis Orozco, SJ, en el que reflexiona sobre cómo debe ser el acompañamiento que es menester brindar a los alumnos del ITESO y que se fundamenta en los postulados de la Compañía de Jesús.

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El propósito de estas notas es ofrecer algunas reflexiones que puedan ser útiles para señalar hacia dónde queremos dirigir las actividades de acompañamiento de los alumnos de nuestra Universidad. En este escrito se explicita un horizonte: compartir los constitutivos fundamentales del acompañamiento de los alumnos desde la visión jesuita. Y es que el tema del acompañamiento es vital para la comunidad universitaria y debe distinguir al ITESO.

 

Definición y posibilidades

Acompañamiento es la ayuda a otra persona para que esté más atenta a las comunicaciones de y con los demás (amigos, familia, grupo de referencia, compañeros) y del entorno social en el que se desenvuelve (económico, político, laboral, universitario), a fin de responderlas de manera auténtica y comprometida conforme a los principios de una universidad jesuita. En el caso del ITESO, estos principios están plasmados en las Orientaciones Fundamentales: la búsqueda de la verdad; la apertura a un Dios que amorosamente se nos revela para compartir su vida; el compromiso con la transformación social; el diálogo permanente, respetuoso y crítico frente a los distintos modos de interpretar la realidad; la certeza de que el ser humano es esencialmente libre y capaz de superarse a sí mismo y de llegar a la autenticidad, y el compromiso de la Universidad con la construcción de una sociedad más humana y más justa.

Hay tres dimensiones que debe atender el acompañamiento si se quiere que abarque la totalidad de la persona: la psicológica, la histórica y la espiritual. Esta última debe entenderse, más allá de lo religioso, como la dimensión trascendental de la persona, la que consigue ponerla en contacto con esa dimensión de la realidad que perdura más allá de la existencia (un ejemplo puede ser la belleza perdurable de una escultura como El Discóbolo).

Se puede abundar sobre las habilidades, las actitudes, los requisitos, las experiencias y herramientas del acompañamiento en cada una de estas dimensiones; por ahora baste con apuntar que, si el acompañamiento se limita a sólo una de ellas, se imposibilita una verdadera ayuda al crecimiento de la persona, ya que se volverá desencarnado, idealista, ahistórico, parcial y, por tanto, deformante, según la dimensión que no sea considerada en el proceso.

Así las cosas, cabe la pregunta sobre lo que le corresponde hacer a la Universidad para acompañar en su proceso personal a los estudiantes. Aquí se enuncian algunas posibilidades que se inspiran en la práctica de los Ejercicios Espirituales de san Ignacio de Loyola, fundador de los jesuitas. Lo que sigue es una labor que corresponde, ante todo, al sujeto al que se acompaña, en este caso el estudiante, ya que el acompañante es alguien que apoya, anima y, cuando la situación lo amerita, cuestiona.

Alentar el deseo de libertad, pues ésta no es un bien ya adquirido. Se adquiere poco a poco, hasta lograr lo que en el lenguaje ignaciano se llama “indiferencia”, cuya connotación no es una minusvaloración de las cosas y mucho menos de las personas, sino la adquisición de un grado de libertad que se mueve por la búsqueda del bien personal y de los demás, en un horizonte en el que se han deshecho las ataduras respecto a los prejuicios, los intereses personales, las ideologías, las actitudes convencionales, las conveniencias sociales y las prevenciones egoístas.

Descubrir los propios errores, no para regodearse en ellos sino para convertirlos en habilitantes, en elementos para recomponerse a sí mismo y recomponer el mundo.

Descubrir y desarrollar las propias capacidades, para lo cual conviene crecer en sensibilidad hacia el otro, potenciar la racionalidad para entender la estructura y el funcionamiento de la realidad, afianzar la voluntad para descubrir lo que se quiere en lo profundo, fortalecer el afecto para realizarse en el amor.

Animar la disposición a solidarizarse con las necesidades de otras personas y de la humanidad de manera consistente y congruente, incluida la aceptación generosa de  las consecuencias de una vida comprometida con los demás.

Movilizar la alegría y la esperanza para dar sentido a la propia existencia y animar la de los demás, con el propósito de impulsar el cambio, la innovación, la creatividad, además de despertar la gratitud, el deseo de paz y alegría para los demás y para sí mismo.

Invitar a vivir en clave de amor agradecido, cuyo fundamento son las obras y la comunicación de los bienes, de manera que, ante todo, se busque el bien mayor y más universal.

Dado lo anterior, el acompañante es, fundamentalmente, testigo de la acción de Dios en la persona que acompaña y en el mundo en que ambos están situados. Su papel es tratar de llevar al acompañado a reconocer esta acción, ayudarlo a descubrir las respuestas que debe ofrecer a sí mismo y a los demás si quiere ser honesto y coherente con su personalidad.

El acompañamiento en el ITESO

Dadas las posibilidades, los recursos y condiciones propios del ITESO, el ámbito más propicio para acompañar a los alumnos es la actividad en los cursos académicos.  El aula es el lugar en que el estudiante pasará la mayor parte del tiempo de su estancia en la Universidad. Los profesores son quienes están más cerca de los alumnos y tienen más contacto con ellos, dentro y fuera del salón de clases.

En ese sentido, el acompañamiento se dará si los profesores, al exponer el contenido de sus cursos, al retroalimentar el trabajo de los alumnos, al organizar las actividades de la clase, al implantar los elementos que parezcan más pertinentes para lograr el aprendizaje, cuidan que cada alumno experimente algunos de los aspectos expuestos arriba.

La cuestión es cómo lograr lo anterior. Quizá la clave se encuentre en las anotaciones de los mismos Ejercicios Espirituales. Enseguida se glosan algunas de las que pueden indicar con claridad el camino que se debe seguir en el acompañamiento de profesor a sus alumnos y que también pueden ser útiles en la realización de otras actividades que la Universidad organiza.

Procurar que cada uno de los alumnos piense por sí mismo. El profesor se limitará a “narrar fielmente la historia”, sin grandilocuencia ni esoterismos y, también, sin ánimo de adoctrinar. Como afirma san Ignacio: “No el mucho saber harta y satisface el alma, sino el sentir y gustar de las cosas internamente”, esto es, poder saborearlas en paz y armonía con el mundo y los demás. El alumno, por su parte, establecerá por su cuenta el fundamento de lo aprendido con base en la razón, que consiste en la actividad que nos lleva a la realidad en sí misma, según nos enseña el filósofo Xavier Zubiri.

Mantener de manera permanente, en la interacción con los alumnos, el diálogo, el cuestionamiento y el talante crítico, pidiendo y exigiendo cuentas a cada alumno del ejercicio de estas actividades en sus tareas, participaciones, trabajos y evaluaciones.

Con  los alumnos que se atrasan, tienen dificultades, se dejan llevar por el desgano o la apatía, el profesor debe procurar no mostrarse “duro ni desabrido, sino más blando y suave, dándole ánimo y fuerza para adelante”, descubriéndole, al mismo tiempo, las trampas en las que ha caído o los obstáculos que se ha creado para avanzar.

Platicar con los alumnos acerca de cómo se configura el conocimiento de la materia impartida, cómo se avanza en su profundización, cuáles son las mejores maneras para discernir su puesta en práctica y cómo beneficiarse a sí mismo y a los demás en las actuaciones que se deriven de la misma materia. Todo ello adaptado al grado de avance del alumno en los estudios o en el ejercicio profesional.

Cuidar, en las actividades de seguimiento y evaluación, que los alumnos sean realistas, claros y precisos en sus juicios y valoraciones, evitando las idealizaciones, las “absolutizaciones” y la superficialidad, así como el brillo de las apariencias.

Exponer, evaluar y programar actividades que ayuden a que el alumno se concentre en el aquí y el ahora, en el quehacer actual que no se entretiene con fantasías, futuribles o entelequias.

Aprovechar al máximo el tiempo disponible, tanto del trabajo con conducción docente, como del que se realiza fuera del aula.

Prevenir que no haya ni falta de consideración ni precipitación en los juicios, las acciones y las expresiones acerca de algún tema o problema, y ayudar a que cada uno de los estudiantes descubra qué es lo que más le sirve, lo ayuda a crecer y lo anima a proseguir en el camino de los estudios.

Actualizar (en el sentido de poner en acto las potencialidades) las habilidades y capacidades de cada alumno con la mirada puesta en lo que puede constituir su vocación personal.

Invitar a cada estudiante a descubrir sus debilidades, hasta saber cómo evitar aquello que lo perjudica, desanima o desvía de los propósitos que tenían al iniciar el curso o la carrera misma. También a aceptar y asumir lo que es inevitable, además de distinguir entre ambas situaciones.

Ayudar a los alumnos, en un clima de confianza, para que se animen a rendir cuentas de lo que hacen para avanzar en la materia, para profundizar en los conocimientos, para valorar sus aprendizajes y para aplicar las competencias adquiridas, así como aquello que les ha dificultado aprovechar al máximo el curso.

Estar consciente del grado de desarrollo intelectual y afectivo de los alumnos para exigir lo debido, sin aflojar el paso que requiere el aprendizaje completo de la materia.

Fomentar una actitud de comprensión, de empatía, de interés para y entre los alumnos, que conduzca, de manera generosa, a la escucha mutua y a la confianza agradecida entre todos los que participan en el curso. m

Cherán, el pueblo de la resistencia

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Acupuntura para construir una ciudad diferente

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Foto: Luis Ponciano

Así como la acupuntura mejora la salud y otorga bienestar al insertar agujas finas en puntos específicos del cuerpo, la recuperación y la transformación de los espacios públicos de las ciudades debe ser igual: “a pequeña escala”, con pequeños “pinchazos” que con el tiempo logren convertir una ciudad en un espacio diferente.

La analogía la hace Raúl Díaz, académico del Departamento del Hábitat y Desarrollo Urbano (DHDU), quien colaboró en el diseño de las dos nuevas maestrías que el ITESO lanza en agosto: Ciudad y Espacio Público Sustentable, además de Proyectos y Edificaciones Sustentables.

De un tiempo a la fecha, Guadalajara ha enfrentado severos problemas debido a una planeación funcionalista, inventada a principios del siglo XX, que divide la ciudad en zonas y en la que los ayuntamientos intentan resolver problemas como el manejo del agua, la movilidad, la contaminación atmosférica y los  espacios de convivencia, entre muchas otros, de sus “muros para adentro” y de forma aislada, sin una una visión integral acerca de ellos, y que ha visto roto su tejido social al ir reduciendo sus espacios de interacción.

Desde esta perspectiva, lo que resulta, asegura a su vez Óscar Castro, coordinador de ambos posgrados y también académico del DHDU, son ciudades “rotas, inseguras, inequitativas, inaccesibles, que limitan su uso y por lo tanto segregan a ciertos estratos de la sociedad”.

Incluso, para Toni Puig, el famoso diseñador urbano catalán, “una ciudad que no puedes caminar, que no atiende sus calles, propicia violencia. Esas no son ciudades, sino campamentos para el consumo”. Y en la misma línea se expresa el arquitecto mexicano Mario Schjetnan, quien ofreció en el ITESO una conferencia el pasado 22 de febrero: “La ciudades deben ser sustentables y humanas, que vivan y que cuiden el miedo ambiente, que ofrezcan a sus habitantes calidad vida”.

Casos ejemplares de ciudades que sí han logrado transformarse las hay. Ahí están Curitiba, en Brasil, y Medellín, en Colombia que lograron rediseñarse tan bien que no se les ven “las costuras, no se ven sus problemas”, destacan los académicos. En ambos casos, la participación ciudadanos, la voluntad política y el conocimiento han sido claves.

Foto: Luis Ponciano

En ese contexto, Guadalajara es punto y aparte. Sin embargo, explica Raúl Díaz, en los últimos diez años se han colocado agujas finas en algunas partes de la ciudad: el Andador Coronilla, en el centro de la ciudad, y la Rambla Cataluña, también conocida como Andador Escorza. Se trata de pequeñas obras que en un futuro pueden marcar la diferencia al recuperar espacios públicos de intercambio social. “La transformación o la recuperación de los espacios públicos debe ser un asunto más de pequeñas escalas, más de acupuntura; es decir, si seguimos esperando al político con la gran narrativa de que va a cambiar la ciudad me parece que podemos esperar muchos años”, agrega Raúl.

 

Una masa crítica de profesionistas itesianos

¿Qué hace el ITESO para abonar en la búsqueda de una transformación real de la ciudad? La idea es lograrlo a través de estos dos nuevos programas de posgrado que tienen este espíritu.

 La primera, explican los académicos, aborda la escala urbana y se enfoca principalmente en la sustentabilidad social; la segunda, que trata el tema desde la escala arquitectónica y tiene su acento en el desempeño ambiental de las edificaciones.

Ambas darán a sus estudiantes las competencias y herramientas necesarias para analizar, diagnosticar, diseñar, proponer, gestionar y resolver diversos temas entorno a las problemáticas más complejas que tiene la ciudad. “Lo que nosotros estamos intentando formar es una masa crítica de profesionistas que puedan incidir de manera gradual pero consistente en las transformaciones de la ciudad”, aclara Raúl.

 ¿Cuáles serán las características de esta masa crítica? Tendrá una visión integral de la construcción del espacio público desde la perspectiva sustentable, que respeta el vínculo con la historia, así como el  sentido de pertenencia de un lugar, y que mantiene la cohesión social. Serán profesionistas que conozcan del tema, sensibles y con un abanico de herramientas para entender la problemática específicas de su campo. 

Otro elemento importante serán los espacios de diálogo y negociación, en los que los egresados sabrán cómo gestionar o moverse dentro de ellos, y contar con la capacidad de escuchar al otro para convertirse en tomadores de decisiones. Contarán también con una actitud crítica ante su práctica profesional, enfocada no solo en el producto sino en los proceso, y buscarán incidir en un cambio de visión de la ciudad a través de la educación. “Para nosotros es importante que los alumnos que van a  estar en estas maestrías reconozcan que estamos en un mundo finito […] pero que además la naturaleza nos enseña que trabaja de manera cíclica, es decir, todo producto que cumple con una función se degrada y se convierte en otro material”, concluye Raúl Díaz.

Si desean conocer más de los posgrados que comenzarán en agosto, pueden acudir a la Coordinación de Admisión de Posgrados (Edificio W, planta baja), escribir al correo posgrados@iteso.mx o llamar al teléfono 3669-3569. También pueden participar en la Expo Posgrados ITESO, que tendrá lugar el miércoles 13 de marzo a partir de las 18:00 horas en el auditorio Pedro Arrupe, SJ.

 

Para saber más…

 

Canal de Cheonggyecheon

Seúl, Corea

Foto: Plataformaurbana.cl

El proyecto (2003-2006) consistió en la recuperación de un antiguo río que en aquel momento era una autopista por la que pasaban más de 160 mil automóviles diariamente, para convertirlo en un parque con una extensión de 400 hectáreas a lo largo de casi 8 kilómetros de largo y con 80 metros de ancho. Para los académicos, la clave del éxito de este proyecto fue el proceso de diálogo y negociación con la gente. Además, se trata de un modelo de “recuperación histórica, emocional, de un espacio”, asegura Raúl. 

 

Curitiba

Sur de Brasil

Foto: Citiesforpeople.net

Curitiba es un modelo y ejemplo de reestructuración urbana que comenzó en los años setenta, fundada en elementos como espacios verdes, un eficiente sistema de transporte (se cuadriplicaron los usuarios), cuidado del medio ambiente y ordenamiento territorial, sumado a la solución de sus problemas más graves como el tratamiento de aguas. “La visión de Jaime Lerner [quien fue tres veces alcalde de la ciudad] fue diseñar con la naturaleza”, comenta Raúl, y tomar la participación ciudadana como una “herramienta de transformación”. 

 

Escuelas en África

República de Guinea, Costa de Marfil, Liberia y Sierra Leona, África

Foto: Pfarch.net

El despacho estadunidense Partners for Architecture comenzó el proyecto en 2009, tras una petición del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) de construir escuelas que se conviertan en espacios seguros y de desarrollo en países azotados por la pobreza y la guerra. Crearon estructuras entre los árboles, hechas de materiales de la zona, con techos equipados de paneles solares, entre otros elementos. Es un proyecto mucho “más honesto” que […] aspira a presumir menos y responder más en términos de sustentabilidad”, opina Óscar Castro.

 

Modelo Medellín

Colombia

Foto: Plataformaurbana.cl

Una de las ciudades más violentas de Latinoamérica logró convertirse en un modelo de ciudad orientada a la integración social y a la recuperación de espacios públicos, cuencas y zonas de riesgo ambiental. El eslogan Medellín la más educada y una estrategia denominada Urbanismo social fueron dos ejes de las acciones. “No podemos pensar en transformar la ciudad de una manera si en la educación no promovemos ese cambio de visión, que es uno de los elementos que han sido indispensables en casos de ciudades como Curitiba, Medellín, Porto Alegre”, indica Raúl Díaz.  

¿Impuesto ambiental por volar?

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No hay ninguna duda: volar en avión tiene un costo para el medio ambiente. Un vuelo redondo de Guadalajara a Los Ángeles (aproximadamente 4 mil kilómetros) provoca un efecto de calentamiento global equivalente a unas 1.3 toneladas de dióxido de carbono por persona en clase turista. En 2008 la Unión Europea incluyó a la aviación dentro de su programa de monitoreo y control de emisiones “con efecto invernadero”. La lógica es sencilla e impecable: Los viajes en avión provocan un deterioro del medio ambiente, por tanto las compañías aéreas tienen que pagar un impuesto que contribuya a restituir el daño ambiental. Y la UE estableció un sistema de cuotas compensatorias para todos los vuelos que salgan o lleguen de Europa. Este impuesto ambiental se va a aplicar a partir de septiembre de este año en el caso que las aerolíneas superen un máximo establecido de emisiones de dióxido de carbono. Se calcula que este impuesto costaría a las empresas de transporte aéreo estadounidenses poco más de 3 mil millones de dólares entre 2012 y 2020. Las aerolíneas intentaron defenderse alegando que la Unión Europea no tenía derecho a gravar vuelos intercontinentales que viajaban por el espacio aéreo internacional, pero un tribunal europeo desechó su inconformidad. Todo parecía indicar que no había vuelta atrás, pero en otoño del 2012, el gobierno de Estados Unidos promulgó una ley que prohíbe a las compañías aéreas de ese país participar en el sistema europeo porque consideran que serían recursos económicos transferidos de empresas estadunidenses a las arcas europeas. La moneda está en el aire y continúan las negociaciones entre las autoridades europeas y las aerolíneas. Por lo pronto, Qantas, la aerolínea australiana, está de acuerdo con el plan europeo y ha aceptado comprar bonos de carbono si rebasa los límites de emisión de dióxido de carbono.    

 

David Hodgkinson, ex funcionario de la Asociación Internacional  de Transporte Aéreo dijo al New York Times: “no entiendo por qué la oposición es tan férrea dado que esto es relativamente sencillo y el costo normalmente es bajo y se transfiere a los pasajeros”. ¿Cuánto costaría a los pasajeros este impuesto ambiental? No hay consenso, según la misma nota del New York Times. Algunos analistas calculan un sobreprecio de 5 dólares en el típico boleto trasatlántico, pero otros opinan que podría sería mucho mayor porque los límites de emisiones de dióxido de carbono por aerolínea bajarían cada año y el precio de los bonos de carbono no es estable, varía como las acciones bursátiles.   

Las iniciativas para que las aerolíneas compensen el daño ambiental no sólo están siendo discutidas por autoridades, también hay organizaciones civiles que promueven los bonos climáticos entre usuarios de los vuelos. My Climate Foundation es una organización, fundada en 2002 en Suiza, que tiene varios proyectos en marcha en distintos lugares del mundo; uno de ellos en Río de Janeiro para generar electricidad a partir de la basura urbana. (Los imaginarios lectores que quieran consultar los proyectos de esta organización pueden entrar a su canal en You Tube http://www.youtube.com/user/myclimate/videos?view=0)-

 

 

 

Para captar recursos y sostener sus proyectos inventaron lo que llaman el "boleto climático" que consiste en solicitar un donativo a quienes viajan por avión por los efectos que se generan en el medio ambiente por el consumo de la energía necesaria para volar. En su sitio (www.myclimate.co.uk) tienen una tabla que convierte las distancias del vuelo en emisiones de dióxido de carbono y en donativos sugeridos. Por ejemplo un boleto en clase turista en un vuelo redondo Guadalajara-México DF (930 kms.) genera 0.278 tons. para lo cual recomiendan un donativo de seis euros. Desconozco cuántos recursos hayan obtenido mediante el "boleto climático", pero la idea de fondo tiene lógica económica: pagar por los efectos ambientales de nuestras acciones, aunque por supuesto que no tiene que ser My Climate Foundation la única encargada de cobrar este impuesto ambiental.

Una buena parte de la información para este texto está basada en textos publicados en el blog colectivo sobre temas ambientales “Green”, en The New York Times (http://green.blogs.nytimes.com/)

Las neuronas del disfrute

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La manera en que ha evolucionado nuestro cerebro lo ha dotado de una característica fundamental: cierta sección donde ocurren múltiples interconexiones neuronales que nos provocan una sensación de placer a partir de una amplísima diversidad de experiencias; desde participar con interés en una conversación hasta pulir con las suelas del zapato la pista de baile.

Suena a lugar común, pero no está de más recordarlo: el cerebro es un misterio. A pesar de todo, sigue siendo un misterio. Entre otras razones, porque se trata del único órgano que se estudia a sí mismo, como lo ilustra el empeño del doctor francés Paul Broca —uno de los pioneros de las neurociencias en el siglo XIX—, cuyo placer por el estudio sistemático de la anatomía cerebral lo condujo a formar una singular colección de cerebros humanos, en la que también está incluido (aún) el cerebro del propio Broca, conservado en su respectivo frasco.

La manera en que ha evolucionado nuestro cerebro lo ha dotado de una característica fundamental: cierta sección donde ocurren múltiples interconexiones neuronales que nos provocan una sensación de placer a partir de una amplísima diversidad de experiencias; desde participar con interés en una conversación hasta pulir con las suelas del zapato la pista de baile, pasando por paladear el sabor de un pescado bien marinado o la textura de un memorable jugo de mandarina. Se trata de una comunicación de ida y vuelta entre las regiones del cerebro encargadas del pensamiento racional con aquellas vinculadas a las conductas emocionales. Esas veleidosas sensaciones de placer son —con mucha probabilidad— el determinante más poderoso de nuestro hacer cotidiano: comportarse de forma solidaria o egoísta, faltar al trabajo o cumplir rigurosamente los reglamentos; copular, alimentarse, dormir... cada acción echa a andar procesos mentales que producen ciertas dosis de placer —diferentes en intensidad y calidad— que se convierten en el impulso básico para aprender y repetir determinados comportamientos para la supervivencia. Por eso, el biólogo argentino Diego Golombek se pregunta: “¿Somos una más de las funciones del cerebro?”.

 

El goce estético

El cúmulo de experiencias que tenemos a lo largo de la vida le va dando forma a nuestras sensaciones placenteras. Es decir, el placer también se aprende. Las vivencias relacionadas con el arte son vitales para alimentar el placer: escuchar música, ver pinturas, fotografías o esculturas, acudir al teatro o a la ópera, son acciones de gran calidad emocional que pueden llegar a trascender la experiencia cotidiana —en un arrebato que demanda toda nuestra energía física y mental— y transformarse en manifestaciones puntuales del placer: se acelera el ritmo cardiaco, se tensan los músculos, los vellos de los brazos se levantan, somos felices.

 

Mañana será otro día

¿Dormimos porque estamos cansados o porque nos gusta descansar? Según como se vea, la respuesta podría ser la misma: reponerse de la fatiga cotidiana resulta esencial para la supervivencia, así que el cerebro nos tienta con la insalvable y placentera sensación que nos produce el dormir. Dormimos porque nos representa un placer, que no es sino un recordatorio de nuestro cerebro para destacar la necesidad de dormir. Además, hay pruebas de que el sueño estimula químicamente algunos procesos cerebrales útiles para sobrellevar las experiencias dolorosas previas, o bien, para reforzar la capacidad de memoria y regular el humor.

 

Panza llena, corazón contento

El placer es aprendizaje. Así como se puede moldear el goce estético, también es posible formar los mecanismos de recompensa del cerebro que premia las conductas que favorecen la sobrevivencia. En la dilatada historia de la evolución humana han quedado vestigios que regulan las sensaciones placenteras que nos producen los alimentos: entre los primeros homínidos no era sencillo conseguir sabores dulces, por lo que aún ahora estos sabores nos parecen tremendamente placenteros, lo mismo que las grasas, cuya gran concentración de calorías era una valiosa dotación de energía para las actividades diarias.

 

Camino corto al placer

El proceso evolutivo del cerebro nos ha permitido ser menos primarios: hemos inventado mitos, alfabetos, sistemas numéricos. Pero en los senderos cerebrales del placer también hay atajos: las drogas, mientras permanecen sus efectos en el organismo, intensifican notable y velozmente las sensaciones placenteras. Aunque hay un riesgo: la adicción a ellas, que activa con fuerza la demanda de recompensa en el cerebro, que reacciona adaptando su tolerancia. Si la dosis se incrementa, la dependencia al estímulo intensificado se dispara, y la rica variedad de fuentes de placer que en un principio tenía el organismo queda reducida únicamente a las drogas.

 

El roce de la piel

A pesar del olvido al que la relegamos constantemente, la piel es el órgano más extendido de nuestro cuerpo, un primer filtro para relacionarnos con la realidad. Quizá no tengamos al tacto en el mismo rango de valores que a la vista o al oído, incluso al olfato; sin embargo, es el primero de nuestros sentidos de percepción en desarrollarse y no deja de funcionar, regularmente, hasta nuestra muerte. Además, la piel es una fuente inagotable de placer: las estimulaciones táctiles son elementales para el crecimiento y el sano funcionamiento cerebral. m

Para leer

:: Cavernas y palacios, de Diego Golombek (Siglo XXI, 2011).

:: Razón y placer, de Jean-Pierre Changeux (Tusquets, 1997).

:: El error de Descartes, de Antonio Damasio (Crítica, 2010).

 

En la web

::The Frontal Cortex, blog de Jonah Lehrner.

::Libros de la colección La Ciencia para Todos en versión electrónica:

De neuronas, emociones y motivaciones, de Herminia Pasantes.

Las sustancias de los sueños, de Simón Brailowsky.

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